|
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS Salmanticensis 49 (2002) 525-536
[Johannes Chrysostomusl, Juan Crisóstomo. Diálogo sobre el sacerdocio. Introducción, traducción y notas de J. J. Ayán Calvo y P. de Navascués Benlloch. Biblioteca de Patrística, 57 (Madrid: Editoríal Ciudad Nueva 2002) 195 pp.
La Introducción comienza destacando la difusión e influencia que ha tenido esta obra. Junto con La fuga de Gregorio Nacianceno y la Regla pastoral de Gregorio Magno integra la «trilogía pastoral» de la antigüedad cristiana. Sin embargo, la obra del Crisóstomo es la primera que ya en el título alude a un tratamiento del ministerio sacerdotal.
La tesis más difundida es que Juan escribió esta obra durante su diaconado entre el 381 y el 386; pero sigue abierto un marco que comprende más de una década (378-390). Crisóstomo la compuso despues de haber tenido experiencia tanto de la vida eclesiástica de la ciudad como de la vida monástica en las afueras de ella.
La división de la obra en seis libros data del período bizantino de la transmisión del texto y hace violencia al contenido. Parece no ser real la trama concebida por el Crisóstomo para construir el diálogo; pero eso no impide que el escrito refleje un determinado período histórico de la iglesia y la sociedad del momento.
La estructura del diálogo coloca entre el prólogo y el epílogo dos defensas, realizadas por Juan frente a su amigo Basilio y frente a las criticas recibidas de la ciudad. A una y a otra siguen unos intermedios dramáticos que reavivan el interés del discurso. El objetivo prmcipal del autor es mostrar la grandeza del sacerdocio. Depende de los gustos sofísticos de la época, pero no cae nunca en el exceso. Lejos de ser una exposición pacíñca y atemporal del modelo del sacerdote, es un escoto dirigido a una sociedad concreta para reparar la baja imagen del sacerdocio en el mundo oríental del siglo iv. Con un mismo término, el de sacerdocio Crisóstomo se reñere al episcopado y al presbiterado. Invita a los sacerdotes a guardar las virtudes propias de los monjes, pero en su peculiar forma de vida secular. Antes que nada es una obra de edificación, en que el objeto de la fe es abordado para trazar la conducta que de él debe seguirse. Ser sacerdote es un gran honor, pero asimismo una gravísima responsabilidad. Se ejerce en la tierra pero tiene el rango de las realidades celestes. El sacerdote ha de ser presencia de Cristo y del Espíritu en
|