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FAMILIA 48 (2014) 157-161
El MFC, ámbito de espiritualidad secular-familiar
P . Alberto Escallada, OP
0.- Soy Consiliario de un Grupo de MFC1 desde hace aproximadamente 19 años. La gran mayoría de los matrimonios conocidos y tratados con tal motivo tienen hijos y nietos. Un grupo magnífico, de cuya amistad puedo honrarme con legítimo orgullo. Me limito a exponer unas cuantas ideas, fruto de mi relación con él. 1. De mi ya no corto trato con el Grupo hay varias cosas que me llaman la atención: — la calidad y hondura de la formación humana y cristiana de sus integrantes, recibida en la infancia y juventud, y bien asimilada. Y conste que quedan comprendidos por igual, en lo dicho, no sólo el significado obvio sin más, de las palabras, sino también ese descuento conceptual y real que nos es familiar hacer -y entendemos que casi obligado- si se trata de pasar ‘de lo pintado a lo vivo’ en lo tocante respectivamente, a oficialidad y vivencia, cuando de fe y práctica religiosa se trata. — la sencillez y profundidad de su sentido cristiano acerca de todo. Con suma espontaneidad, proyectan su mirada interior sobre cualquier tipo de realidad, y la valoran muy certeramente desde un punto de vista a un mismo tiempo perfectamente humano y creyente. De forma especial en lo que atañe al matrimonio como institución natural y como sacramento. — la pureza de calidad de su espiritualidad, elemental y sincera, sin excesivos recovecos, y abiertamente centrada en Dios N. S., en Cristo Jesús y en la Virgen María.
1 «El carisma del Movimiento Familiar Cristiano otorga a los laicos responsabilidad y autonomía para que, en comunión con los Obispos, formen comunidades de amor como signos e instrumentos de la Alianza de Dios con los hombres. Esas comunidades son grupos o equipos de trabajo, formación y oración, que se reúnen periódicamente con el asesoramiento de un eclesiástico».
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