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ACTUALIDAD
IN MEMORIAM
D. LEÓN DEL AMO PACHÓN
El 25 de enero pasado, tras breve y gravísima enfermedad, falleció D. León del Amo, el gran canonista de nuestros tiempos. Había nacido D. León el 11 de abril de 1905 en Sahelices de Mallorga (Valladolid). Estudió Humanidades y Filosofía en el Seminario de Valderas, León. Para estudiar Teología y Derecho canónico fue enviado a Roma, adquiriendo los doctorados respectivos en Ia Universidad Gregoriana. De regreso a España, fue nombrado Profesor en el Seminario de Valderas, más tarde en el de León. Fue en este tiempo cuando simultaneó sus estudios en Derecho civil, obteniendo el Licenciado. En el año 1940 obtuvo Ia Canonjía de Penitenciario en Málaga. Más tarde Ia de Doctoral y a Ia vez fue nombrado Provisor de esta Diócesis. Fue aquí, en Málaga, donde desarrolló una gran labor apostólica entre los seglares como Consiliario de Acción Católica. Siendo Director de Ia Normal de Magisterio y Profesor del mismo centro, dejó un recuerdo inolvidable por su testimonio de entrega y ejemplo. En el año 1947 iba a empezar una nueva etapa en Ia vida de D. León, era Ia de su producción científica. Al reinstaurarse el Tribunal de Ia Rota Española, fue llamado a ocupar el cargo de Defensor del vínculo. Bien pronto, como fruto de su trabajo en este cargo, escribió su obra La defensa del vínculo, donde trató de modo exhaustivo el tema. Más tarde fue nombrado Auditor-Juez del mismo Tribunal. Aquí continuaría hasta llegar a Decano, cuyo cargo ocupaba cuando Ie llegó Ia edad de Ia jubilación. D. León fue ante todo sacerdote. Amó profundamente su sacerdocio y Ie vivió con intensidad. Esta realidad vivida Ie llevó a entregarse en servicio a los demás. En sus numerosas publicaciones latía siempre esta idea: ayudar a los demás. Los que Ie acompañamos en sus viajes pudimos comprobar cómo no Ie apartaba de esta vivencia sacerdotal ni el trabajo de los Congresos ni los horarios desacostumbrados para quien siempre llevó una vida metódica con gran rigor. Lo primero y Io insustituible siempre fue aquello que Ie hacía sentirse sacerdote y Ie ayudaba a vivirlo. Los que Ie acompañamos en paseos diarios sabemos cómo cultivaba su vida espiritual. Nunca faltó en sus conversaciones el tema espiritual. Le tomaba del Breviario o de las lecturas bíblicas del día litúrgico o de una actualidad que estaba en el ambiente. Era como un alivio que tenía preparado para el amigo sacerdote, para ayudarle. Sentía una predilección especial por ayudar a los sacerdotes. Y dentro de aquel rigor que mantenía de no recibir visitas apenas porque iban en detrimento de su estudio, cuando se trataba de sacerdotes, dominaba su deseo de seguir trabajando por ayudar al sacerdote que Ie buscaba. Y esta misma fidelidad que observó con su sacerdocio, esta misma supo llevar al campo de Ia justicia. El servicio a Ia justicia, como Juez, Io consideró como un segundo sacerdocio. La sirvió con esta misma entrega y generosidad. Sus sentencias
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