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No cabe duda que, aun con todas las negaciones constantes que se han inter- puesto a la ley natural, a lo largo de los distintos momentos de la historia, ésta sigue siendo un argumento adecuado para entablar un diálogo, con valor obje- tivo y de autoridad, respecto a temas fundantes para aquellos que no piensan ni creen de la misma manera. Es una posibilidad para establecer unos criterios válidos, en la búsqueda de una organización social que pueda ser aceptada por todos. Al mismo tiempo, aunque innumerables pensadores y científicos han negado con frecuencia su validez, ésta resurge como el ave fénix de sus propias cenizas y nos plantea nuevos cuestionamientos y enfoques de temas de máxima actualidad, sobre los que no es posible torcer la mirad
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