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RECENSIONES
Salmanticensis 63 (2016) 481-493
Instituto Superior de Pastoral, El rostro del sufriente nos interpela, Madrid 2016, 208 p.
«El rostro del sufriente nos interpela» es el título sobre el que han versado las ponencias realizadas en el Instituto Superior de Pastoral (UPSA-Madrid), en el curso 2015-2016, en torno al tema de la Misericordia.
En su ponencia, Juan Antonio Estrada recordó a Juan XXIII, cuando afirmó que la Iglesia de nuestro tiempo «prefiere usar la medicina de la misericordia más que la severidad». Después de muchos de años de mostrar un rostro diferente al propuesto por el Papa bueno, es hoy el Papa Francisco quien presenta la misericordia como «el rasgo central de Dios». Comentó que Jesucristo fue depurando con su palabra y sus obras las imágenes tradicionales de Dios, llenas de terror y castigos divinos. Por otra parte dijo que es vital recrear otra teología de la Cruz, desde el reverso de la historia, desde las víctimas, quienes no tienen poder. El triunfo de la cruz es para los que sufren la injusticia y luchan contra ella. Vale la pena vivir como Jesús, desde un Dios que no es neutral, pues está de parte de las víctimas, y ofrece sentido a los que luchan contra el mal y no se resignan, no optando por la omnipotencia, sino por la misericordia. En la cruz se descubre al Dios oculto. Resucitan los crucificados que han hecho de su vida una entrega a los que sufren. El rostro del otro nos interpela y nos hace tomar conciencia de que somos responsables de las víctimas, el lugar por excelencia desde el que Dios revela su rostro y va más allá de la justicia con la misericordia y el perdón.
José Cristo Rey García Paredes habló de dos sacramentos de la misericordia: la Unción y la Reconciliación, resaltando sobre todo de este último su dimensión comunitaria, colectiva, porque la justicia de Dios no es la que condena, sino la que hace vivir. Jesús fue la encarnación de la misericordia de Dios, que derrama sobre nosotros por medio del Espíritu Santo. La liturgia sacramental es fuente y cumbre de la misericordia. Por eso los sacramentos bien celebrados comportan un cambio en las actitudes y la conducta de vida. Las parábolas de la misericordia en el Evangelio son un claro exponente de cómo hay que actuar. Hay que potenciar muchísimo más
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