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LAS PERSPECTIVAS CIENTÍFICAS Y EPISTEMOLÓGICAS DEL JUICIO TELEOLÓGICO EN KANT
Una de las críticas más pesadas que, incluso recientemente, han sido dirigidas a Kant, se refiere a una cierta “rigidez” que ha sido considerada típica de su pensamiento, centrada en el carácter “exhaustivo” de su tabla de las categorías (doce y no más de doce porque doce son las funciones lógicas del juicio) y de los Grundsätze (ocho y no más de ocho), modelados claramente y explícitamente sobre las categorías. Pero en este punto es lícito preguntarnos: tal rigidez, ¿condiciona toda la epistemología kantiana? ¿O bien, especialmente después de 1790 con la Kritik der Urtheilskraft y con el examen y con la reflexión crítica que Kant, sin embargo, siempre ha hecho sobre las ciencias de la vida pasada y presente sobre nuestro planeta, se asiste a una superación de ciertas posiciones wolffianas ligadas al concepto de lógica natural, por lo cual se abren al juicio teleológico perspectivas antes apenas aludidas en 1781, en las páginas del “Apéndice” a la “Dialéctica trascendental” de la Kritik der reinen Vernunft? Esta es una pregunta de ninguna manera marginal a la cual trataremos de dar respuesta sirviéndonos también de amplias referencias históricas relativas a las ciencias de la vida en los últimos dos siglos. Hay un pasaje muy importante y significativo en la “Analítica del juicio teleológico” de la Kritik der Urtheilskraft y es allí donde Kant, en el tercer párrafo del § 66, hace una comparación entre la que él llama “anatomía de las plantas y de los animales” y la física. Él afirma textualmente: “Es sabido que los anatomistas de las plantas y de los animales (die Zergliederer der Gewächse und Thiere), para estudiar su estructura y para poder descubrir por qué causas y en vista de cuáles fines les fueron dadas aquellas partes, aquella disposición y aquella conexión entre las partes mismas, y precisamente aquella forma interna, admiten como absolutamente necesaria esta máxima (Maxime), que nada es inútil (umsonst) en tales criaturas, y les asignan el mismo valor que al principio (Grundsatz) de la ciencia de la naturaleza de que nada sucede por casualidad
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