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Salmanticensis 55 (2008) 501-517
La antropología teológica como cristología incoada La relación entre Dios y el hombre según J.L Ruiz de la Peña
«Apostolicus namque sermo secundum Dei potestatem pro factis iam futura significat. Quae enim per adimpletionem temporum sunt gerenda, ea iam in Christo, in quo omnis est plenitudo, consistunt: et quaecumque futura erunt, dispensationis in his potius est ordo, quam novitas»1.
El discurso sobre el hombre en nuestros días se ha especializado, diversificado y atomizado sobremanera. Hemos llegado al punto de que el vocablo antropología lo aguanta todo. La sola aparición de la palabra en el título de un artículo o libro en nigún caso garantiza la orientación de la reflexión que se acoge a su amparo. Los epítetos a este sustantivo se han hecho más que necesarios. Teología, filosofía, sociología, psicología… y un largo elenco de ciencias, proponen una
1 Hilario de Poitiers, De Trinitate, XI, 31 (cf. edición bilingüe preparada por L.F Ladaria, Madrid 1986, 622: “La palabra del Apóstol habla de las cosas futuras como ya hechas, como corresponde a la potencia de Dios, pues lo que se ha de llevar a cabo en la plenitud de los tiempos ya tiene consistencia en Cristo, en el que está toda la plenitud; y todo lo que ha de suceder es, más que una novedad, el desarrollo del plan de salvación”). Esta afirmación de Hilario puede identificarse como un verdadero criterio hermenéutico de la escatología cristiana. Y por extensión, de la antropología. La figura de Cristo, tal y como nos disponemos a explorar, completa el sentido profundo y global de la historia de salvación iniciada en los primeros compases del Génesis. Por ello, frente a la malinterpretación que de la figura del Hijo hace la herejía arriana, Hilario defiende con energía en su obra lo que se muestra en el mensaje de la Revelación: el misterio trinitario divino actuando unitariamente en la peculiaridad de la acción que le es propia al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
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