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FAM 11 (1995) 85-91
D r . JOSÉ ANTONIO ESPINA BARRIO
M.D., Psiquiatra Servicios S. Mental de Valladolid Prof. Terapia Familiar de la Escuela Superior de Ciencias de la Familia Pte. Asociación Española de Psicodrama
1. ASPECTOS GENERALES
El alcoholismo plantea un desafío a diferentes niveles: el individuo frente a la botella, la pareja, la familia, la sociedad y el terapeuta. Las relaciones se basan en un todo o nada: abstinencia o bebida, ayuda o rechazo, dependencia o aislamiento, éxito o fracaso. La dependencia alcohólica es el muro donde se estrellan los «salvadores». Bien sea el miembro de la pareja abstemio, generalmente la esposa, bien el terapeuta o ambos. Esto es así porque el éxito momentáneo, dejar de beber, no cambia los factores de dependencia y deja vacío el rol de «salvador»; si lo único que ha cambiado ha sido la abstinencia y no los roles desempeñados, el alcohólico se verá compelido a beber para mantener a sus «salvadores» en activo. Por eso el alcohólico precisa parejas que no caigan en el desafío, ni se angustien por la situación. Por otra parte, la ingesta generalmente no sucede en solitario e implica a otros subsistemas: vendedores, comunidades, medio y agentes sociales, justicia, etc. Cuyas intervenciones pueden perpetuar o resolver el problema, pero además plantean el problema de elegir los subsistemas con que se va a trabajar. El alcoholismo social se instaura sobre unas relaciones simétricas con los compañeros de bebida, donde existe un desafío implícito para
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