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RECENSIONES
1) SAGRADAESCRITURA J. González Echegaray, El Creciente fértil y Ia Biblia (Estella, Navarra: Editorial Verbo Divino 1991) 311 pp.
Este volumen es el primero de una serie titulada «El mundo de Ia Biblia» y quiere destacar el entorno histórico-cultural y religioso de Ia Biblia para mejor calibrar Ia aportación de ésta en Ia historia de las religiones en relación con las concepciones de los pueblos circunvecinos. Se trata, pues, de «ambientar» Ia lectura de los Libros Sagrados a Ia luz de los últimos hallazgos de Ia arqueología y de Ia historia. Como dice el propio autor, «es una obra de ambientación histórica, geográfica y arqueológica» (p. 8) con un último capítulo sobre Ia Religión e Instituciones religiosas de Israel. Inicia su exposición jugando con el concepto de Ia tierra que mana «leche y miel», término hiperbólico aplicado a Cisjordania, ya que esta región es sumamente pobre. Pero para los israelitas que provenían del desierto misérrimo del Sinaí, era un país fértil, sobre todo, cuando desde el monte Nebo divisaron el lujuriante oasis de Jericó. Pero esta región de Cisjordania, por ser un lugar de paso de Asia a Africa, representa una encrucijada cultural de primer orden. Ya en el Paleolítico Inferior, hace más de medio millón de años, el ser humano dejó sus huellas al sur del lago de Genesaret, y más tarde hace 50.000 años un tipo humano intermedio entre el de Neanderthal y el de Cromagnon habitaba en las cuevas del Monte Carmelo, y en Ia Alta Galilea. Y milenios más tarde, hace diez mil años, en esa misma región se inicia Ia recolección de cereales silvestres, dando paso ya a Ia agricultura. Jericó es Ia ciudad amurallada más antigua del mundo (8000 años de antigüedad), y ya, en una etapa precerámica, construye con gran sentido urbanístico, porque allí estaba el oasis de Jericó que se prestaba a producir toda clase de productos agrícolas. Allí aparece ya Ia cabra domesticada y el cerdo, y por supuesto el perro, que fue utilizado para Ia caza. Parece que Ia cultura natufiense de Ia costa tuvo gran influencia en Ia configuración de esta cultura. Más tarde llega Ia cerámica, quizá proveniente de Ia alta Mesopotamia, que da nuevas posibilidades. El autor de este libro destaca con claridad todas estas fases, y después aborda ya Ia historia del pueblo hebreo a partir de los patriarcas hasta los tiempos de Cristo. El resumen es esquemático y bien perfilado como obra de un experto en Ia materia. Maximiliano García Cordero, O.P.
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