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CIENCIA Y ARÏE DE LA TRADUCCIÓN
«Es preciso rehabilitar para I a l e c t u r a t o d a I a a n t i g u e d a d g r e corrornana, y para ello es inexcusable una gigantesca faena de traducción», clama Ortega y Gasset desde su buído tratado, «Miseria y esplendor de latraducción», percatado de Ia ineficacia de nuestras versiones. Yo subrayaría una circunstancia peculiar que concurre a exigir de nosotros este esfuerzo: Ia madurez de los estudios de filología en que ha de basarse. Si disculpa en parte a sus autores de los errores de interpretación en las versiones que llamaríamos clásicas el conocimiento incompleto, menos exacto y minucioso, que poseían de Ia vida y cultura del mundo clásico, bríndanos Ia moderna filología tan acabados estudios cuya luz se proyecta sobre los textos clásicos, merced a una incansable tarea conjunta de centenares de sabios y a una serie de circunstancias felices, que se diría llegado el momento de abordar Ia empresa aprovechando sus resultados. No quiero decir que no existan al presente dificultades por Io que a Ia aclaración del sentido respecta. Uno de los más ilustres filólogos modernos, Wilamowilz-Moellendorff, se apresura a frenar nuestro excesivo optimismo. Así, refiriéndose a Ia poesía griega, después de encarecer el trabajo del hombre moderno, que sólo â costa de amplios y hondos estudios logra reconstruir las circunstancias que se brindaban al poeta en el marco de su época espontáneas, «dista aún mucho Ia filología —asegura—de haber conseguido los resultados completos y por entero seguros sobre Ia lengua, el arte del verso y el texto de Ia mayor parte de los poetas griegos* *. Por Io que a los autores latinos se refiere, resueltas en
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Was ist Übersetzen, pág. 4, en; Vermischte Schriften, I, Reden und Vortiäge, Berlín, Weidmann, 1913.
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