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SALUDO AL CONGRESO Señoras y Señores Congresistas: 1.—Es para mi una gran satisfacción dar Ia bienvenida, en nombre del Presidente de Ia Comisión Episcopal Española de Relaciones lnterconfesionales, a todos los conferenciantes y participantes en este Congreso Luterano-católico que hoy inauguramos en Salamanca. ¡Bienvenidos todos, señoras y señores1 La Universidad salmantina nos trae a Ia memoria el recuerdo de tantos nombres que, en su tiempo y en una situación muy distinta de Ia nuestra, dirigieron su mirada —polémica ciertamente, pero por ello también comprometida— o Ia célebre Con fessio Augustana. Por otra parte, el Congreso tiene para mí, personalmente, un atractivo muy particular. Durante largos años de docencia he explicado Ia doctrina de Ia Sesión sexta del Concilio de Trento y, como es obvio, Ia obra del piadoso y culto Melanchton era punto obligado de referencia. Gracias, pues, a todos Uds. que me deparan Ia oportunidad de rememorar con su cultura teológica un tramo muy importante de mi vida personal. 2.—Los conferencias sobre el tema «La Confesión de fe de Augsburgo, Ayer y Hoy» son el resultado de una voluntad firme de avanzar, eliminando obstáculos, por el camino que conduce a Ia unidad. El Decreto «Unitatis redintegratio» del Segundo de los Concilios Vaticanos hizo posible a los Católicos Romanos participar más activamente en el Movimiento Ecuménico. El Concilio reconoce agradecido en sus principios doctrinales que este Movimiento es un regalo y sólo un regalo de Dios Nuestro Señor.
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