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RECENSIONES
G. REALE, La sabiduría antigua. Tratamiento para los males del hombre contemporáneo. Traduc. Sergio Falvino (Barcelona, Herder, 1996) 255 pp.
En todos los tiempos se han levantado voces para quejarse amargamente de Io mal que van las cosas y para proclamar Ia decadencia y descomposición irreversibles de Ia sociedad humana de Ia época en cuestión. Este discurso se ha repetido tanto desde Ia época de los faraones, que ha acabado por convertirse en una especie de género literario. O, como en esta ocasión, en el pretexto para escribir un libro. Ahora bien, se trate de un convencimiento profundo por parte del autor o solamente de un recurso de cara a Ia galería, ha sido magnífico el que el profesor Reale se haya decido a escribir esta obrita. Partiendo de que Ia raíz de Ia mayor parte de los males del hombre contemporáneo está en Ia ausencia de referentes últimos (nihilismo), el profesor Reale vuelve Ia mirada hacia el pasado, y más en concreto a Ia filosofía griega, en busca de fármacos espirituales para las dolencias del hombre contemporáneo. Para ello propone una enérgica victoria sobre el nihilismo, mediante Ia recuperación de valores supremos y Ia superación de Ia muerte de Dios. Y es precisamente en los filósofos griegos donde cree encontrar el camino a seguir: «En este volumen, trato de indicar las razones para un retorno meditado a las raíces de nuestra cultura, para un rescate de su alimento, que podría ayudar al hombre contemporáneo, tan deteriorado espiritualmente, a recobrarse y, quizá a curarse» (p. 15). Ahora bien, no se trata de un simple regreso al pasado de forma indiscriminada y acritica, sino de reasimilar y disfrutar de algunos de los mejores mensajes de Ia filosofía antigua. La obra consta de un prefacio, un prólogo y diez capítulos, en los que Platón y Aristóteles se llevan Ia parte del león. En todos ellos el profesor Reale muestra su profundo conocimiento de Ia filosofía clásica griega y nos convence de Ia perenne utilidad y actualidad de muchas de sus doctrinas. También hay un epílogo con «dos mensajes de Platón para los hombres de todas las épocas» (Ia metáfora de Ia conversión y Ia oración del filósofo). Los aficionados a Ia literatura filosófica disfrutarán con Ia lectura de esta obra. Lástima que su traducción no sea todo Io buena a que nos tiene acostumbrados Herder.
M. ARRANZ RODRIGO
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