|
RECENSIONES
L. POLO, Introducción a Ia filosofía (Pamplona, Eunsa, 1995) 229 pp., 21,5 x 14,5 cm.
Si es verdad eso de que hay tantas Introducciones a Ia Filosofía como filosofías, este libro de Leonardo Polo hace buena tal verdad. Y si es cierto también que Ia Filosofía debe acarrear lucidez a los asuntos de que trata, es decir, hacer un ejercicio de autoconciencia, al leer esta obra nos encontramos con viento favorable, puesto que el autor comienza advirtiendo al lector que dicha Introducción está «marcada por el propio ejercicio filosófico» (9). Siempre dignifica, y en el ámbito filosófico aún más, confesar a las claras los propios supuestos. El libro consta de tres partes, pero de una sola idea: Ia obra del Estagirita dejó definitivamente establecido el panorama filosófico. Una Introducción a Aristóteles, por tanto, vendría a ser Io mismo que una Introducción a Ia Filosofía. Lo que evidentemente no significa que Aristóteles no tuviera en cuenta a nadie con anterioridad a él (asunto que trata en Ia Parte primera: «La filosofía antes de Aristóteles»), y ni siquiera significa tampoco que Aristóteles Io haya dicho todo, puesto que ideas como Ia Historia o Ia Persona no pudieron irrumpir en el mundo griego y que, como se sabe, fueron aportaciones del cristianismo (asunto que trata en Ia Parte tercera: «Más allá de Aristóteles»). No obstante, Ia parte nuclear del libro es Ia segunda, a Ia que Ie dedica 10 temas («Aristóteles: La Filosofía como ciencia»), dado que «Aristóteles representa el momento de madurez filosófica necesario para que Ia filosofía pueda aspirar al estatuto de ciencia» (80). Y es que, según el autor, Ia obra de Aristóteles habría sido algo así como Ia disciplina de Ia admiración que, justamente, es el comienzo y arranque del filosofar. De tal manera que dicha admiración se ha disciplinado en Filosofía primera y Filosofías segundas (21, 80). Lo propio de Ia Filosofía sería el descubrimiento de Io intemporal (29), que, en cuanto actitud teórica, deberá llamarse Filosofía primera (Metafísica). Porque sólo «con Io estable comparece Ia verdad» (33). TaI actitud teórica sería «ciencia», dado que trata del primer principio que Polo, con tiento, distingue de causas (117). Con Io que puede concluir que «la Filosofía primera es filosofía acerca de Io divino» (116, 118). Las Filosofías segundas, en cambio, tendrían como referencia «lo temporal» (10); son derivadas y en ellas se debe conservar Ia mirada global. Bien que cada disciplina haga comparecer Io temporal a su manera: en Ia Física, el «ente móvil» (115); en Ia Psicología, «el ente móvil en tanto que en él está el principio de su propio movimiento» (115); en Ia Ética, «el sentido del tiempo para el hombre (92).
|