|
LA HISTORIA COMO PRODUCTO Y PROYECTO HUMANOS
El hombre, ser dotado de razón, normalmente busca razones, fundadas o infundadas, para justificar su puesto en el mundo y su tarea en Ia Historia. Pero en Ia vida Ia razón y Ia sin-razón se mezclan y crean una situación de confusión, de ambigüedad y de desconcierto. «Se trata de que el hombre se ha perdido una vez más en el mundo, escribe Ortega y Gasset. Porque no es una casualidad: el hombre se ha perdido ya muchas veces. Más aún: es esencial al hombre perderse, perderse en Ia selva del existir. ¡Es su trágico destino y es su ilustre privilegio!»1. El hombre se ha perdido en muchos campos: en el filosófico, en el científico, en el político, en. el histórico, etc. Mas el hombre es el único ser que puede encontrarse porque es capaz de crear y de transformar, de reconocer su situación y de inventar otra distinta. Y allí mismo en donde se pierde puede encontrarse. Cuando vamos a Ia historia vivida, al pasado, no sólo vamos a ver y a observar sino que vamos a pensarlo y a interpretarlo para, de alguna manera, comprenderlo y dominarlo. La Historia vista y contemplada no sólo es visión sino interpretación y construcción. No hay duda que el saber histórico depende de Ia cabeza pensante. Huizinga, en su obra Ei concepto de Ia Historia, escribe claramente que «la visión histórica no es el resultado de un proceso que siga siempre a Ia elaboración crítica de Ia materia prima previamente acumulada, sino una operación que va realizándose ya continuamente durante el mismo trabajo de sondeo y excabación, pues Ia ciencia, en el individuo, no se realiza en Ia síntesis, sino ya en el análisis. El verdadero análisis histórico es imposible sin una interpretación constante del sentido de Io que se analiza. Para poder abordar el análisis, tiene que existir en el espíritu, de antemano, una cierta síntesis» 2 . Al enfrentarnos con Ia Historia en su «infinito tema de estudio», en expresión de Schopenhauer, es necesario escoger el punto de vista o una determinada perpectiva que sea capaz de ofrecernos, al menos, Io más interesante y nuclear y de un modo aproximativo nada más. Como dice K. Popper «sólo puede haber interpretaciones históricas y ninguna de 3 ellas definittiva; y cada generación tiene derecho a las suyas propias» . Ello no quiere decir que Ia Historia esté sometida aJ
1 1980) 2 3 Ortega y Gasset, Sobre Ia razón histórica (Bev. de Oc. y Alianza Edit., Madrid p. 17. J. Huizinga, El concepto de historia y otros ensayos (F.C.E., México 1977) p. 19. K. Popper, La sociedad abierta y sus enemigos (Paidós, Barcelona 1982) p. 430.
|