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EL PENSAMIENTO ANTROPOLÓGICO DE FRANCISCO ROMERO A Diego Grada Gwílén La figura de Francisco Romero (1891-1962) es una de las más universales con que cuenta Ia filosofía argentina, diríamos incluso que Ia filosofía de Latinoamérica. La amplitud de sus preocupaciones intelectuales, su atención a todo Io que sucedía en su entorno filosófico, su reivindicación de su propio pasado en una actitud abierta, hacen que su figura pueda tomarse como representativa de todo un momento del pensamiento latinoamericano. Sán adanismo ni profetismo —dos tentaciones que continuamente asaltan al filósofo1— Romero llevó a cabo una vastísima labor que obtuvo su reconocimiento a nivel internacional. Sus obras merecieron estfudios y comentar rios críticos de notable relieve2. El propio filósofo nos ha ofrecido indirectamente las coordenadas históricas para comprender su posición propia. Un primer momento de Ia filosofía en Latinoamérica, que corresponde en cifras globales al período de colonización europea, está representado por aquellos cuya profesión es enseñar Ia filosofía según los manuales al uso que se reclutaban en otras latitudes; ocupación minoritaria y restringida, sin verdadera influencia en k cultura y que tampoco produce nada original destacatole. El segundo momento está representado en las últimas décadas del siglo XIX y comienzos del XX por uoa serie de filósofos in partibus infidelium, "filósofos en soledad y a Ia intemperie, sin posibilidad de diálogo, sin Ia seguridad siquiera de que se les estimase y comprendiese" *. Se trata de mentes aisladas que, con gran vocación y escasíisimos medios, sienten Ia filosofía como su íntimo quehacer y logran imprimir a sus trabajos huellas de originalidad que es reflejo de su fuerte personalidad. Es el caso de Carlos Vaz Ferreira en Uruguay, de Enrique Varona en Cuba o de Antonio Caso en México. En Argentina este momento presenta ¡unas peculiares vicisitudes. La línea dominante es el positivismo que impregna Ia vida cultural de los comienzos
1 "Mi oficio no es dogmatizar, ni acostumbro dar por seguridades mis posibiMdades. No pienso renunciar nunca a un derecho que es para mf uno de los más indudables del meditador, y que no excluye ciertas incomodidades: el derecho a Ia duda": F. Romero, Filosofía de Ia persona 3 ed. (Buenos Aires 1961) 44; el mismo, Filósofos y problemas Oiuenos Aires 1947) 152. Gran parte de las obras de Romero son colecciones de trabajos; daré sólo el título general de Ia compilación para no complicar en exceso este estudio. 2 Unas indicaciones bibliográficas pueden verse en A. CatureHi, La filosofía en to Argentina actual C&uenos Aires 1971) 137-381; cf. también A. Donoso, *Philosophy in Latin America', Philosophy today 17 (1973) 223, 225, 226, 230. 3 F. Romero, Filósofos y problemas cit. 17.
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