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ESTUDIOS
Salmanticensis 55 (2008) 387-420
Tu rostro buscaré… Perspectivas teológico-iconográficas
Nos proponemos hacer un pequeño estudio de estética teológica que aborde una de las representaciones clásicas del arte cristiano: el rostro de Cristo, en cuatro formas, una clásica (el Mandilyon) y otras tres pertenecientes a la plástica del s. XX (Rouault, Jawlensky y Chmakof). Para ello, en un primer momento haremos una aproximación fenomenológica al rostro humano y una sucinta presentación de la situación del arte pictórico en el siglo pasado en relación a la figura humana. Posteriormente nos centraremos ya en el rostro de Cristo y las representaciones elegidas. Terminaremos con algunas reflexiones a la luz de los desarrollos realizados y la situación actual en relación al arte, religioso o no, en la vida de la Iglesia. Vio Dios que todo era bueno, muy bueno. Esta mirada define la verdad que quiere el mundo realizar, aquella en la que el hombre quiere encontrarse, la gloria que anhela como destino. Existe –dice la fe– una mirada que define y suscita la autodeterminación hacia la vida verdadera y bella, que está sacramentalmente reflejada, por ejemplo, en la que el niño puede habitualmente reconocer en sus padres. Es desde esta mirada desde la que se lanza hacia adelante encontrando origen, confianza de vida y suscitación y aliento de posibilidades interiores a desarrollar. El hombre se ahoga si vive sólo de su propia mirada, necesita encontrarse con alguien que le diga quién es. Baste recordar cómo en el relato javista de la creación del hombre no es sino en el cruce de miradas entre Adán y Eva donde el hombre se alcanza a sí mismo. Pero, más aún, necesita reconocerse
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