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Javier Vergara
especial trascendencia y calado, que desde hace tiempo exige y demanda que renazca con urgencia el Humanismo. Una tradición intelectual occidental que, aunque ha tenido distintas configuraciones a lo largo de la historia, ha defendido siempre la finalidad moral del conocimiento. Para el Humanismo, los saberes alcanzados por la razón deben “humanizar” a los seres humanos, haciéndolos no sólo más sabios sino también mejores. Este es su mayor reto y el fin al que una cultura que se precie no puede ni debe renunciar. Para facilitar esa tarea, para contribuir en la medida de lo posible a mejorar la situación, nació la Collectio Scriptorum Mediaevalium et Renascentium. 2. Nacimiento de un proyecto: el Grupo de Estudios Medievales y Renacentistas
La Collectio –como la denominaremos a partir de ahora– es el órgano de difusión científica del Grupo de Estudios Medievales y Renacentistas (gemyr). Un grupo de investigación, que nació en el 2006, de carácter interdisciplinar e interuniversitario, con sede en el Departamento de Historia de la Educación de la uned, del que forman parte personas, instituciones y Departamentos de varias Universidades españolas, europeas y americanas. Grupo que nació para responder a una preocupación hondamente sentida en el campo de las Humanidades en general y en particular de la Historia de la Educación. Se trataba de sacar a la luz y estudiar aquellas obras desconocidas o prácticamente inéditas que hubiesen contribuido a marcar directa o indirectamente la conformación cultural y educativa del pensamiento occidental en la Edad Media y en el Renacimiento humanista. Esta finalidad respondía a una necesidad hondamente sentida en el devenir pedagógico de nuestro país. Acontecer que se ha visto limitado por dos carencias importantes. En primer lugar, por la falta de sustantividad del pensamiento educativo. Categoría que con frecuencia se nos ha presentado sin personalidad propia y difuminada en el marco general de la Filosofía, Filología, Literatura, Teología, etc. Sin embargo, en la medida que la Historia de la Educación ha ido tomando cuerpo y consistencia como especialidad en el cuadro general de las Ciencias de la Educación ha reivindicado con urgencia el conocimiento y acceso a aquellas fuentes que han apuntalado el armazón de la sistemática pedagógica. Reivindicación que, cuando se ha querido hacer efectiva, ha topado con un segundo problema, no menos grave e impensable hace pocos años en el panorama cultural español: el desconocimiento profundo del latín. Lengua en la se hallan codificadas buena parte de las claves y registros que conforman los cimientos y bases históricas del acontecer pedagógico y cuyo desconocimiento explica buena parte del lastre
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