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ESTUDIOS
Salmanticensis 45 (1998) 221-249
CONSAGRACIÓN BAUTISMAL: ALCANCE Y LIMITES
INTRODUCCIÓN
Por consagración entendemos aquella acción o intervención divina mediante Ia cual personas o cosas son 'hechas sagradas'; pertenecen, pues, de una manera simbólico-sacramental a Dios. No es necesario insistir en que tal intervención divina acontece en una acción litúrgica, es decir, a través de Ia Iglesia (cf. SC 26). De entre los dones de Ia tierra 'separamos' (obsérvese el verbo empleado) el pan y el vino (o el aceite, o el agua) para Dios, y él los 'santifica', es decir, los consagra '. La consagración, teológicamente hablando, es principalmente una acción de Dios, pues sólo él puede introducir en Ia esfera de su vida, en el ámbito de Io 'sagrado', algo o a alguien. Más que 'consagrarme', en sentido activo, como expresión de Ia propia iniciativa, 'soy consagrado', es otro el que tiene Ia prioridad actuando sobre mí, tomándome para sí, introduciéndome en su misterio santo. Por eso, Ia consagración establece un vínculo estrecho, indisoluble, entre Dios y Ia persona o cosa consagrada. Lo que Dios consagra (expresado por el hecho de aceptarlo 2), queda consagrado para siempre.
1 Misal Romano, Plegaria Eucarística III (epíclesis: «Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti lquae tibi sacranda detulimus...l)*. 2 Es consagrado Io que es aceptado, de ahí Ia insistente petición de Ia Iglesia, en el Canon Romano, para que Dios acepte el sacrificio: «Que aceptes y bendigas (uti accepta habeas)»; «Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda (ut placatus accipias)»; «Mira con ojos de bondad esta ofrenda y acéptala (respicere digneris: et accepta habere)*. En Ia PE III se expresa Ia teología de Ia aceptación del sacrificio con Ia del reconocer: «Y reconoce en ella (en Ia ofrenda de Ia Iglesial Ia Víctima por cuya inmolación (agnoscens Hostiam)-. En Ia PE IV: «Dirige tu mirada sobre esta Víctima (réspice, Domine, in Hostiam)*.
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