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DE LA FUNDACIÓN A LA AUTO-COMPRENSION DE LA IGLESIA La interpretación mistérica de Ia Iglesia, requerida por los textos del Concilio Vaticano II y en plena conformidad con Ia expresión bíblica de ^uar^ptov y con las enseñanzas de los Santos Padres, es, en cierto sentido, Ia síntesis de una elaboración bíblico-teológica que, en el campo de Ia eclesiología, ha superado las concepciones unilaterales sobre Ia constitución esencial de Ia Iglesia, iluminando, a Ia par, las posturas tanto católicas como protestantes en esta materia. El ^uorrçptov eclesiológico connota toda Ia economía salvifica manifestada en el designio universal de salvación del Padre que envió a su Hijo Unigénito al mundo para que los hombres, en comunidad vivificada por el Espíritu, tengan vida eterna. La Iglesia es, en su esencia, Ia èmdrçoí« to5 0so5 ' ; en Ia comunidad que Ia forma está presente Dios y quienes pertenecen a ella son conscientes de su elección en Cristo Jesús así como en Ia misión que se les ha encomendado; Ia Iglesia es convocatio para testimoniar ante el mundo Ia presencia del Resucitado. La Constitución sobre Ia Iglesia, Lumen Gentium, esclarece desde sus comienzos estas ideas. Cristo que es Ia luz de Ia Iglesia ha de ser Ia luz de los pueblos ya que para Ia Lumen Gentium, aunque sin adentrarse en precisiones teológicas de escuela, "Ia Iglesia es en Cristo como un sacramento, o sea signo e instrumento de Ia unión íntima con Dios y de Ia unidad de todo el género humano"a. La eficacia de este sacramento universal de salvación, que es Ia Iglesia, proviene, como indicábamos anteriormente, de Ia revelación del misterio trinitario que no es otra cosa sino Ia comunicación del amor de Dios al hombre en Ia forma y circunstancia históricas
1 Cor. 1. 2; Act. 20. 38. LG. c. 1, a. 1. Cf. L. G. c. 2, a. 9; c. 3, a. 26; c. 7, a. 48; Sacra. Conc. c. 1, a. 5.
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