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CARISMA Y MINISTERIO EN SAN PABLO
Problema antiguo que sigue siendo actual El tema está de actualidad. En una de sus audiencias generales se quejaba Pablo VI de cómo es hoy frecuente lanzar acusaciones contra Ia Iglesia, cuya "estructura es considerada como abusiva, derivación ilegítima, o al menos no necesaria, de Ia fórmula auténtica de Ia Iglesia apostólica" ]. Existe una fuerte tendencia a acentuar Ia independencia del carisma, don libre del Espíritu, tratando de prescindir de todo control jerárquico. Cierto que en todo tiempo ha habido iluminados que han tratado de prescindir del control de autoridad, apelando a Ia acción inmediata del Espíritu; pero es sobre todo a partir de Ia Reforma, desligando a los cristianos de Ia vinculación tradicional a Ia Iglesia jerárquica y suprimiendo las diferencias de estado en Ia Iglesia (clérigos-laicos), cuando este problema se acentúa. Como escribe A. Dulles, puede decirse que, a partir de esa fecha, "Ia historia del cristianismo occidental está dominada por Ia lucha entre el profetismo de las iglesias reformadas y el sacerdotalismo de Ia tradición católica"a. Si los católicos, en nuestros manuales de teología, hemos venido recalcando como algo esencial en Ia Iglesia el papel del sacerdocio ministerial y de Ia jerarquía, los protestantes siempre han considerado eso como algo sobreañadido, hablando más bien de una Iglesia estructurada carismáticamente, dirigida en cada momento por el Espíritu, cuya libertad de acción no debemos ni podemos nosotros someter a control. Es éste quizás el problema teológico más difícil para Ia unión de las iglesias. Refiriéndose al libro de G. Dix, The Ministry in the early Church (London, 1946), escribe J. J. von Allmen en el prólogo a Ia edición francesa: "Hay quienes este tema del episcopado, objeto de división entre los cristianos, preferirían suprimirlo o al menos declararlo sin importancia para Ia unidad cristiana; otros, en cambio, consideran el ministerio episcopal, al igual que Ia fe y Ia eucaristía, como formando parte no del bene esse, sino del esse de Ia Iglesia... Esto nos obliga a nosotros, reformados, a tomar en serio, por desagradable que
Cf. Ecclesia, vol. 31 (1971) 2209-10. A. Dulles, 'La sucesión de los profetas en Ia Iglesia', Concilium II (1968) 63.
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