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ZMVt. XXIX, n. 94-95 (1994) 319-326
LA COMUNION EN LA FE
Todos los cristianos estamos unidos en Jesucristo, el único Señor, en una comunidad universal. Nuestra fe en el único Señor nos une por encima de todas las diferencias y oposiciones que a menudo dividen a las personas, como las diferencias entre naciones y culturas, clases y razas. El único Señor en el que creemos nos une, incluso más allá de las divisiones que existen entre las iglesias cristianas. Este es el fundamento del Movimiento ecuménico. Que los cristianos libren guerras entre sí —como ocurre actualmente en Irlanda o en Yugoslavia— debe crear en todos nosotros el sentimiento de derrota vergonzosa de nuestra fe. Aunque hoy en día nos reconozcamos mutuamente como hermanas y hermanos cristianos, el hecho de que las diferencias entre nuestras iglesias todavía nos siga dividiendo nos resulta humillante porque revela Ia debilidad de nuestra fe. Si todos nosotros nos comprometiéramos más con Ia fe y por consiguiente nos uniéramos mediante esa fe en el único Señor, podríamos como comunidad cristiana unida, dar al mundo testimonio de Ia verdad de nuestra fe en forma renovada. En todas partes, existe actualmente en el cristianismo Ia necesidad de una renovación de Ia fe en Ia nueva vida que proviene de Dios y se pone de manifiesto en Jesucristo. Hay necesidad de renovar Ia gozosa confianza de Ia fe, que según el testimonio de Juan ha salvado al mundo. El período del compromiso poco entusiasta con el espíritu de una modernidad que se aparta cada vez más del cristianismo, debe terminar. No hay razón para que los cristianos teman que su fe resulte intelectualmente inferior al espíritu de Ia cultura moderna. Todo Io contrario. Los cristianos contemporáneos
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