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Nos proponemos en este
artículo actualizar conceptos, señalar
falsas creencias, ofrecer una panorámica general de las dimensiones de
este problema y sus efectos. En segundo lugar, señalamos brevemente los
aspectos esenciales que debe tener la
intervención para prevenirlos y afrontarlos. Defendemos que un enfoque
sexofóbico no defiende a las víctimas,
olvida otras formas de maltrato sexual
y provoca errores que agravan los
efectos. Se trata de un problema que
afecta a una de cada cinco personas,
el doble de niñas que de niños, mientras las familias y la escuela, salvo excepciones, guardan silencio. La mayoría no son detectados ni denunciados.
Los efectos revisten diferentes grados
de gravedad, desde la perdida de la
vida o el estrés postraumático, hasta
aquellos que son superados en breve
plazo. Es necesario generalizar la prevención (en el contexto de una adecuada educación sexual), mejorar la detección, las denuncias y el proceso judicial; así como ofrecer servicios de ayuda para las víctimas y sus familias
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