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REDC 64 (2007) 607-645
El concepto de herejía en el pasaje de la Romanidad a la Cristiandad
Para aquellos que vivimos en este siglo —henchido de derechos humanos— el término «herejía» tiene una serie de connotaciones negativas y una carga ideológica fabricada durante casi dos milenios. A modo de ejemplo, pero que conforma la opinión generalizada— citemos a Malcolm Lambert, un prestigioso especialista en herejías de la Universidad de Bristol, quien comienza su obra anunciando categóricamente que «herejía es todo lo que el Papado condenó, implícita o explícitamente, como tal a lo largo del período». Algo más sutil es el diccionario de términos básicos para la historia, donde se afirma que «la fijación progresiva del dogma y el desarrollo institucional de las iglesias tienden a dominar los movimientos que, con su extremismo dificultan la adaptación creciente a la sociedad de un cristianismo cada vez más numeroso. Quienes disienten del dogma establecido o no aceptan la disciplina impuesta por los obispos quedan, en consecuencia, fuera de la Iglesia....Generalmente, la heterodoxia, o variedad de opinión, precede a la ortodoxia, o pensamiento rígido, que es el resultado de una progresiva decantación». Por otra parte una simple mirada perspicaz permite advertir que el análisis de las herejías —en la mayoría de los casos— ha sido realizado a partir del presente, con una acentuada dosis de anacronismo, el defecto profesional del historiador. Sabemos en cambio que cabe a éste analizar los acontecimientos —y especialmente las ideas— a partir de la evolución que tuvieron desde el pasado. Por ello, convencido que la función primordial del historiador es el regreso a las fuentes para eliminar las adherencias ideológicas que añadieron los historiadores a través del tiempo, es nuestra intención tratar de ubicar
Lambert, M. La herejía medieval. Madrid, Taurus, 1986. Abós Santabarbara, A.L. – Marco Martínez, A. Diccionario de términos básicos para la historia. Madrid, Alhambra, 1983, p. 262.
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