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NOTA
Salmanticensis 46 (1999) 411-429
MARCELO II Y SU BREVE PONTIFICADO, SEGÚN DOCUMENTOS DE SIMANCAS
Marcelo II es un Papa conocido en Ia historia por su paso meteòrico por el Pontiñcado: apenas duró tres semanas. Y, sin embargo, su elección fue saludada como un triunfo del grupo reformista de Ia Curia romana, suscitando por ello grandes esperanzas. Entre otros, en san Ignacio de Loyola, con quien, ya Papa, se entrevistó y a quien dijo estas prometedoras palabras: «Tú, prepárame soldados y yo los emplearé». El horizonte rosado se disipó en breve y aún se oscureció no poco, cuando días después Ie sucedió el papa Carafa, Paulo IV, menos proclive a favorecer a san Ignacio. Marcelo Cervini, quien extrañamente no cambiaría su nombre al ser Papa, había nacido en Montefano, cerca de Macerata, el 6 de mayo de 1501, aunque su familia procedía de Montepulciano. Hijo de un escritor de Ia Penitenciaría Apostólica, hizo sus estudios en Siena y Roma. Sus calidades de humanista Ie llevaron a traducir el De amicitia de Cicerón al italiano y algunas obras de clásicos griegos al latín. Al mismo tiempo Ie valieron Ia amistad de algunos humanistas italianos; entre otros, Sadoleto, Seripando, Lipomano, Vettori, etc. Todas estas circunstancias señaladas Ie abrieron las puertas de Roma, donde fue acogido por el cardenal Farnese, quien, convertido en Papa, Ie encomendaría Ia educación de su sobrino, el cardenal Alejandro Farnese, convertido pronto en el cardenal Nepote bajo Julio III. En 1539 Ie acompañó a éste en su legación al emperador Carlos V. Por entonces fue nombrado administrador de Ia diócesis de Nicastro y poco después de Ia de Reggio Emilia. El 10 de diciembre de 1539 era nombrado cardenal, del título de Santa Croce de Jerusalén. Por entonces viaja a Bruselas, donde se entretendrá hasta septiembre de 1540, seriamente preocupado por ideales de Reforma y por Ia situación de Alemania. En 1541 acompañó al Papa a Ia entrevista con el emperador, dos años más tarde fue legado ante el mismo emperador, y en 1544 era nombrado obispo de Gubbio. Su hora más alta sonó cuando fue nombrado uno de los tres legados pontificios en el recién inaugurado Concilio de Trento, donde mos-
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