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E. L. Pincoffs, Quandaries and Virtues. Against Reductivism in Ethics (Lawrence, Kansas: University Press of Kansas 1986) 186 pp. En Ia historia de Ia Etica, el tema de las virtudes cuenta con una larga tradición. Parecía, sin embargo, que tras Ia atención que Ie fuera prestada por Santo Tomás y sus comentadores como Francisco de Vitoria en sus clases o Pablo de León, en sus escritos ascéticos, Ia revolución copernicana del nominalismo habría introducido para siempre el esquema de los mandamientos, tan escrupulosamente seguido por las lnstitutiones Theologiae Moralis. Sin embargo, desde hace algunos años, el esquema de las virtudes ha vuelto a servir de cañamazo para el estudio del comportamiento moral. Basta citar como ejemplo los estudios de Alasdair MacIntyre, autor de After Virtue. A Study in Moral Theory, quien, por cierto, ha formulado un juicio altamente positivo de Ia obra que aquí se presenta. Su autor, profesor de filosofía en Ia Universidad de Texas en Austin, nos ofrece un libro verdaderamente estimulante que, ya desde el mismo título, trata de emprender una cruzada contra los reductivismos éticos, especialmente los determinados por las exigencias de unos derechos y deberes cuasilegales y ya, por extensión, contra Ia pretensión de establecer unas teorías éticas, escrupulosamente construidas, que parecen encorsetar las posibilidades creativas de Ia persona. De hecho, Ia primera parte de Ia obra constituye una crítica de las pretensiones que con frecuencia se hacen en favor de una teoría ética. La primera de estas críticas viene a afirmar que no existe razón alguna digna de solvencia para suponer que el objeto de Ia ética puede ser confinado a Ia resolución de problemas especialmente difíciles gracias a Ia ayuda y aplicación de una buena teoría. Otras dos críticas, que abarcan otros tantos capítulos, cuestionan Ia relevancia de las teorías a los problemas concretos y aun el valor justificatorio de tales teorías éticas. El mismo autor no pretende formular una crítica exhaustiva de tales teorías, sino más bien sembrar Ia desconfianza contra modernas formas de casuismo que se han apoyado en las teorías éticas para elaborar un sistema de decisiones sobre Ia evaluación de los dilemas habituales. El defecto capital de tales teorías éticas vendría a ser el de su reductivismo y el de esa eliminación de Io moralmente relevante que es el mismo razonamiento moral y el carácter moral de Ia persona. Se diría que se trata de criticar, una vez más las éticas materiales —que no materialistas— para elaborar una metaética de cuño antropocéntrico que subraye en primer plano Ia necesidad del ser mejor antes que Ia obligación de hacer algo bueno. El autor sostiene, en consecuencia, que Ia finalidad primera de Ia ética tiene mucho que ver con las cualidades del carácter de Ia persona, con las virtudes y los vicios. El reconocimiento y Ia exigencia de las cualidades personales proporciona una cierta garantía contra Ia excesiva simplificación de los razonamientos morales al uso. De hecho, Ia segunda parte de Ia obra trata de exponer algunas de las implicaciones, pero también algunas de las dificultades contenidas en tal hipótesis. Tras hacer un buen estudio del papel fundamental que en Ia estructura
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