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JEAN FELIX NOUBEL (1893-1971) A principios de este año moría en Toulousse Jean Felix Noubel, conocido jurista francés, profesor mucho tiempo del Instituto Católico de aquella ciudad y que en alguna ocasión había colaborado en nuestra revista. Nació el 31 de mayo de 1893 en Toulousse, siendo bautizado en su célebre parroquia de la Daurade. Desde la adolescencia hubo de sufrir mucho, inmovilizado varios años por la enfermedad. Recuperado, hizo brillantemente sus estudios de bachillerato y se matriculó en la Facultad de Derecho, donde fue alumno de Hauriou, simultaeando estos estudios con los de Letras, en cuya Facultad obtuvo el diploma de estudios meridionales. En medio de una juventud universitaria profundamente dividida creó un grupo animado "de un espíritu fraternal, una cordialidad despierta y una entrega ardiente a los intereses del alma, tal como lo describirá en 1931 al hablar de "Les vingt ans de FA.E.C.T.". En diciembre de 1915 era ya abogado, actuaba como pasante, y se encargaba de un boletín para mantener el contacto de la Asociación con los que la guerra había dispersado por los frentes. El 13 de enero de 1916 se produce la gran sorpresa. Con admiración de su familia y sus amigos se decide a entrar en el seminario de París. Tiene allí la dicha de formar parte del grupo de estudiantes de Teología, primicia del futuro seminario universitario, que reune en el convento "Des Carmes" el sulpiciano Mr. Verdier, futuro Caruenal. Noubel guardará siempre una gratitud inmensa hacia el Cardenal Verdier, cuya influencia se notó en él en su gusto por las soluciones de sentido común, su horror por las complicaciones y su humor ante la agitación de los hombres* Noubel aprovechó su estancia en pleno barrio latino para conservar el contacto con la Universidad, realizando algunos trabajos en la Ecole des Hautes Etudes. El primero de abril de 1922, sábado de Pasión, fue ordenado sacerdote en la capilla del Arzobispado de Toulouse. Regresa después a París para terminar su licenciatura en Teología y al volver a su diócesis, en noviembre, es nombrado consiliario de los estudiantes católicos, retornando así a su primitivo campo de acción, que amplió prodigiosamente durante once años (1922-1933). Casi al mismo tiempo (1923) recibe el encargado de la capellanía de la institución Maintenon o Sainte-Marie des Champs que conservará hasta 1952. Este doble ministerio le pone en contacto con un gran número de jóvenes que se sentían atraídos por su inteligencia, su finura literaria, su simpatía y su humor. Optimista por naturaleza, estaba abierto no sólo a los católicos, sino a todos cuantos recurrían a él, fueran o no creyentes. Se anticipó así a la actual corriente ecuménica, manteniendo relaciones con los anglicanos y, en Ginebra, con diversos ambientes protestantes. Estos contactos no obedecían a ningún sistema, sino que constituían en él una actitud espon• tánea, a la que le empujaba su sincera admiración por los \ alares y las cualidades que encontraba en quienes estaban fuera de la Iglesia. En 1934, al dejar la consiliaría de los estudiantes, defendió su tesis de doctorado en Derecho sobre "L'enseignement considéré comme service public". Su director,
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