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Una formula cristológica pseudoambrosiana
Me limito en este breve trabajo a presentar algunas consideraciones en torno a Ia misteriosa fórmula cristológica: «Quidquid habet Filius Dei per naturam, habet filius hominis per gratiam». Pretendo, con ello, resumir el estado actual de las investigaciones respecto al origen de Ia misma. Se trata, como es sabido, de un texto frecuentemente utilizado como argumento de autoridad en las disputas teológicas medievales desde comienzos del siglo XII. Pertenece a Ia célebre discusión relativa al tema del saber de Cristo hombre, y es invocada como prueba de autoridad patrística en favor de Ia tesis que reconoce a Ia inteligencia humana de Cristo una actividad omnisciente, idéntica o equivalente a Ia sabiduría increada 1 . Generalmente es atribuida, en los comienzos, a san Ambrosio de Milán. Es cierto que las diferentes escuelas teológicas del siglo XII, en sus reflexiones cristológicas, se hacen solidarias del «principio de perfección» que exige para Ia naturaleza asumida por el Verbo todas aquellas perfecciones que ésta es capaz de recibir. Sin embargo, Ia fórmula antes citada, cuyo estudio nos ocupa, enuncia algo más; excede desmesuradamente las exigencias del «principio de perfección» ; ya que significa, según algunos, que Ia naturaleza humana de Cristo alcanzó, mediante Ia encarnación, Ia totalidad de las perfecciones divinas.
1 Sobre este tema, cfr. H. Santiago-Otero, El conocimiento de Cristo en cuanto hombre en Ia teología de Ia primera mitad del siglo XII, (ParnpIona 1970) 281 p.
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