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(IV)
PALABRA Y SACRAMENTO COMO SIGNOS DE LA IGLESIA
En un tema tan importante es difícil saber combinar el necesario análisis con una exposición cosi esquemática. Intentaré unir estas exigencias contrarias pero de tal manera que, por encima de todo, se deje abierto el lugar del Espíritu, impulso y lazo de diálogo y de unión. I.—EN EL PRINCIPIO ERA LA PALABRA No creo que sea erróneo empezar por el principio, que en nuestro caso, es el Prólogo del IV Evangelio. Es cierto que las primeras, solemnes, palabras del Prólogo de Juan hacen alusión a las primeras palabras del Génesis: En el principio Dios creó el cielo y Ia tierra... ». Es cierto; pero Ia intención es diversa. Mientras el Génesis es el poema que canta una cosmología teológica, Juan afirma que «al principio, 'antes de Ia Creación' (Gn 1, 1) Ia Palabra ya existía»*. En
1 P. Borgen. 'Observations on the tarqutnic character of the Prologue of John', en New Testament Stud!es, 16 (1969-70) pp. 288-95. Ver también: M.-E. Boismard, El Prólogo de San Juan (Madrid 1967) p. 23: «Esta coincidencia no es un hecho fortuito: ha s!do intentada por el mismo san Juan». 2 R. Puigdollers, XAPIS KAI AAH8EIA, La manifestación del amor gratuito y UeI de Dios en Jesucristo, según el prólogo de San Juan, Tesls Doctoral, Pro manuscripto (Barcelona 1979) p. 104. No quisiera entrar en el tema hipotético del «antes de Ia Creación», pero sí quiero, al citar las palabras de R. Pulgdollers, Indicar Ia «corrección» ¡oannea al Qénesis. Este narra Ia Creación del mundo. Juan sitúa en un «en ar|e» previo a Ia Creación del mundo (al menos en sentido on;o:ogico), Ia preexistencia de Ia Palabra. Su intento es, por tanto, otro que el de Gn.
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