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BIBLIOGRAFIA
I. RECENSIONES
1) Sagrada Escritura I. M. Casabó Suqué, La teología moral en San Juan (Madrid, Ed. Fax, 1970) XXXIX-525 pp. Es Ia época de retorno a las fuentes, también en teología moral. Se ha achacado a nuestros Manuales su negativismo, hablando más de Ia prohibición y del pecado que del bien a realizar, su extrinsecismo, creando Ia impresión de un caparazón de reglas impuestas desde afuera, su racionalismo, usando en demasía de principios racionales cada vez más desligados de su contexto cristiano; en una palabra, se les ha achacado su divorcio del dogma, de las fuentes escriturísticas y de Ia ascética. De todo esto habla nuestro autor en Ia introducción, que sirve como de pórtico a su estudio (pp. 1-28). No me toca a mí ahora, como biblista, aquilatar hasta dónde llega Ia verdad de esas afirmaciones; pero, desde luego, estoy de acuerdo en que de Ia Escritura "es de donde parte Ia comprensión del estado real del hombre, de su relación con Dios, de su destino, de sus posibilidades y exigencias, del camino que debe seguir, del riesgo de su situación" {p. 10). Esto basta para justificar este libro. Tanto más, que apenas se había escrito nada de conjunto sobre Ia moral cristiana en san Juan; quizás —dice el autor— porque Juan, al contrario que Pablo, "parece mantenerse a una altura mística y de rasgos fundamentales, sin especificación de normas ni de casos concretos y vividos" (p. 16). El autor, basado en Ia terminología y modo de hablar de san Juan, centra su estudio en Io que llama "teología del actuar", partiendo del actuar de Dios en Cristo, y trazando desde esa perspectiva el actuar del hombre. Dice que "el actuar del cristiano será [debe ser] el del hombre que ha optado por Cristo en Ia fe, y quiere unir su actuar a ese que Dios prosigue a través de Cristo y su Espíritu dentro de Ia humanidad" (p. 47). De ahí las dos partes en que divide su libro: una primera, en que se refiere al actuar de Dios y a Ia reacción del hombre en el encuentro con El (pp. 51-208), y otra segunda, en que habla del actuar del cristiano, es decir, del hombre que por Ia fe se ha abierto ya a Ia acción de Dios en Cristo (pp. 211-459). Magnífico programa para una teología moral, expresada con categorías o modos de pensar joánicos. Alrededor de esa línea eje, será fácil polarizar todos los valores éticos que se encuentran en san Juan. El análisis de términos y expresiones joánicas, Io mismo del Evangelio que de las Cartas, está hecho con diligencia y seriedad, valiéndose de los mejores estudios exegéticos sobre cada terna, debidos a biblistas y teólogos de los más diversos campos y tendencias, que cita continuamente con gran profusión de notas marginales. Así, por ejemplo, al analizar en Ia primera parte los términos realmente básicos de "obrar", "buscar", "encontrar", "creer"; o, en Ia segunda, los términos "verdad", "vida", "ágape", "conocer", "permanecer". Dos biblistas, grandes conocedores de san Juan y por los que el autor muestra especial simpatía, son los PP. I. de Ia Potterie y D. Mollat. Juzgo muy de alabar el cap. IV sobre "acción de Dios y decisión del hombre" (pp. 107-159), presentando esa doble serie de textos joánicos que parecen contradecirse: de una parte, los que consideran Ia "fe" en Cristo como algo que pertenece a Ia acción de Dios, cual si Ia humanidad estuviese dividida
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