|
Presencia de Virgilio en Cipriano poeta
Dulctósimae memoriae patris
El propósito de estas pequeñas notas es poner de manifiesto de un lado cómo Virgilio está viviente en Ia poesía cristiana ya desde las primeras etapas de ésta, y de otro que un poeta cristiano, Cipriano, supo plasmar con técnica digna las enseñanzas que Ie ofrecía Ia obra virgiliana *. Y ello no obstante el carácter tardío de Ia poesía cristiana respecto a Ia prosa2, y sin que olvidemos, naturalmente, Ia fuerte impronta ejercida por Ia escuela sobre cristianos y gentiles3, copartícipes de Ia misma formación literaria. Así, por situar mejor a Cipriano poeta —quizá preferible a denominarlo Goto— puede decirse, prescindiendo del caso Commodiano, que hasta tiempos de Constantino Ia poesía cristiana latina no encuentra su rehabilitación, o simplemente habilitación, a los propios ojos de los creyentes, precisamente a través de Lactancio, que canoniza Ia Égloga IV virgiliana y su valor profético4. No muchos años después surgen tentativas de valoración de Ia poesía. Y como adap1 Aunque ya en 1560 Morel comenzó a editar una pequeñísima parte de sus versos, no ha merecido nuestro poeta demasiada atención. Y1 con ignorar casi todo sobre su persona y talante vital, digamos desde ahora que su producción poética no es desmerecedora de aprecio, ni mucho menos. Ni puede ser considerado como versificador simplemente. Baste ahora, dado el reducido espacio a que ha de someterse esta comunicación, Ia constatación. 2 Me refiero, claro es, a Ia poesía «culta-, y no a Ia primitiva cristiana, heredera de los Salmos (cf. Jerónimo, Bp. 53, 8), cantada o en salmodia (cf. san Pablo, Co!.. 3, 16; Efes. 5, 18; Plinio, Ep., 10, 96). Tampoco tal forma de poesía era ajena al ambiente romano no cristiano, vide G. B. Pighi, Poesía religiosa romana. Testi e frammenti (Bologna 1858). 3 Cf. Sergio, Explanatio in artem Donati, 4. Apud Keil, p. 486: Ars grammatica praecipue consistit in intellectu poetarum. Y el poeta por antonomasia, Virgilio. 4 Como pone de manifiesto J. Fontaine, 'La conversion du christianisme à Ia culture antique', B. A. G. B. (1978) p. 54.
|