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LA PAZ EN LA IGLESIA PRIMITIVA
Consideraciones sobre Ia Didaché y Ia 1. Clementis.
Indudablemente, uno de los caracteres, algo accidental ciertamente, pero importante, de Ia primitiva literaturacristianaque se agrupa bajo eI rótulo, ya consagrado, de Padres Apostólicos, es estar dirigida a Ia propia comunidad cristiana, sin mirar al paganismo circundante. Es, por ende, una literatura de intimidad y ello Ie presta uno de sus más singulares encantos y Ie da valor inestimable. Leer Ia carta de San Ignacio Mártir a San Policarpo, es goce comparable al de haber sorprendido a los dos grandes amigos, grandes obispos y grandes mártires en unos momentos de íntima conversación en su memorable encuentro de Esmirna en los albores del siglo iK Los Apologistas del siglo u y m que suceden a los Padres Apostólicos, representan Ia otra vertiente del pensamiento y del sentir de Ia primitiva Iglesia, Ia faz que mira decididamente al mundo pagano, que Ie es hostil, que Ia persigue con todas sus armas —las del espíritu y las de Ia fuerza, las legítimas de Ia discusión y Ia controversia y Ias envenenadas de Ia calumnia y Ia mentira— y parece satánicamente empeñado en su aniquilamiento* Sin embargo, ninguna comunidad —chica o grande, nacional o religiosa— puede vivir tan absolutamente cerrada en sí misma, tan autárquicamente, como ahora se dice, que pueda olvidar el mundo que Ia circunda, como a los pulrnones el aire, y menos que ninguna Ia comunidad cristiana, sobre ia que resuena siempre con eco vivo el imperativo del Señor de ir a todas las naciones (Mr. 28, 19) y cuya esencial misión y razón misma de ser es Ia salvación de todos los hombres. Si Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de Ia verdad( I Tim. 2, 4), ¿cómo pudiera cerrarse en sí misma Ia Iglesia que sigue inmediatamente a Ia generación apostólica, Ia que conservaba aún el eco vivo de Ia palabra de Pedro, Juan o Pablo? Cualquier aspecto que intentemos estudirr en
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