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VATICANO I Y EXISTENCIA DE DIOS
SANTIAGO H. OTERO
Está revelado que Ia razón natural puede alcanzar el descubrimiento de Dios sin Ia ayuda de Ia revelación. Este conocimiento «natural» de Dios, mirado desde Ia revelación, aparece como un tema de especial interés: representa el lugar geométrico, el punto de encuentro entre razón y revelación; enuncia, además, una paradoja sensacional, Ia única que encontramos en el campo del dogma; ya que esta doctrina, en nombre de Ia fe, enseña que el hombre puede, por las solas luces de Ia razón, sin Ia fe propiamente dicha o sin un saber correlativo a revelación histórica y positiva, Uegar a conocer a Dios. Y el carácter paradógico de esta expresión se perfila más si tenemos en cuenta que se trata de un conocimiento de Dios de acuerdo con las enseñanzas de Ia revelación, de Ia que es autor el mismo Dios. Es, finalmente, un tema cuya capital importancia compete tanto al teólogo como al filósofo. No sólo ha sido objeto de discusión entre católicos y protestantes, sino también entre los mismos católicos. Sería innecesario pararse a demostrar que Ia afirmación anteriormente formulada nos sitúa ante un problema que excede las posibilidades de Ia filosofía. Para justificarla no basta con demostrar Ia existencia de Dios por el procedimiento habitual de las cinco vías u otra prueba cualquiera del orden racional, y añadir seguidamente que Ia razón natural puede conocer a Dios. Al final de este proceso, no se ha demostrado todavía ser de fe que el hombre puede conocer «naturalmente» a Dios. La problemática en que nos encontramos nos coloca en el plano sobrenatural o de Ia revelación. No basta tampoco con reproducir aquellos documentos «de autoridad» en los que se habla de Dios; ya que se trata de algo distinto: demostrar que el conocimiento de Dios por Ia razón natural es objeto de Ia fe o de Ia revelación. Hay que acudir, por tanto, a aquellos documentos de fe
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