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NOTAS
BiG BANG Y DOGMA CRISTIANO DE LA CREACION
Uno de los grandes exégetas de hpy, el milanès Gianfranco Ravasi, acaba de indicarnos sobria y bellamente Ia relación entre Ia ciencia y Ia fe. No tiene sentido, dice, ir al Génesis para obtener información física sobre Ia forma en que nació Ia materia o su evolución, o para lograr conocimientos paleontológicos: no es esa Ia intención del autor inspirado. Este no se pregunta, continúa Ravasi, ni el qué ni el cómo ni el cuándo del cosmos o del hombre. Se cuestiona Ia finalidad, Ia cualidad, el sentido de Ia realidad humana y material; sus demandas son de tipo ético, filosófico, teológico, sapiencial, etiológico. El modelo científico usado en esos textos, termina Ravasi, es sólo una envoltura narrativa y funcional, y como tal debe ser relegado al ámbito de Ia ciencia del mundo antiguo '. Es Ia postura que defendió Galileo en sus cartas a Benedetto Castelli, el fiel amigo benedictino. Era Io que, mucho antes, insinuaba san Agustín cuando decía que el Espíritu Santo no nos fue enviado para enseñarnos el curso del sol, Ia luna y las estrellas: su intención no era formar científicos, sino cristianos 2. En esta postura hay algo esencial, adquirido de una vez por todas y que jamás podremos olvidar. Los primeros capítulos del Génesis no son páginas de un manual de cosmología, de antropología o de zoología, aunque es evidente que Ia «envoltura narrativa y funcional» de esos textos tiene que ver con los manuales científicos de su tiempo. Su intención es teológica, Io que Ie lleva incluso a modificar los mismos manuales en que se inspira siguiendo el sentido del mensaje revelado que nos quiere transmitir: Ia unicidad de Dios, el mundo como creación, el hombre como señor del universo, Ia bondad de todo en el mundo, el descanso del sábado, etc.
1 Gianfranco Ravasi, 'Rapporto tra scienza e fede', Vita pastorale, julio 1992, p. 71. 2 Cf. San Agustín, De Genesi ad Litteram, II, 9, 20; también I, 19, 39 y V, 8, 23. Sobre Ia relación entre ciencia y fe véase I, 18, 37.
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