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EL TEMA DE DIOS EN M. DE UNAMUNO (Nuevas reflexiones)
Abrimos este estudio acotando un texto de Unamuno que nos introduce de lleno en nuestra reflexión. He aquí el texto mentado: «Dijo el malvado en su corazón: No hay Dios, y asi es en verdad. Porque un justo puede decir en su cabeza: "Dios no existe". Pero en el corazón sólo puede decírselo el malvado. No creer que haya Dios o creer que no Ie haya, es una cosa; resignarse a que no Ie haya es otra, aunque inhumana y horrible; 1 pero no querer que Ie haya, excede a toda otra monstruosidad moral» . La ingenua transparencia de este texto nos traslada a Ia intimidad de Unamuno, para hacernos sentir Ia dualidad en su enfrentamiento con el problema de Dios. Esta dualidad es Ia de Ia cabeza y el corazón. Unamuno admite que Ia cabeza pueda estar por el no. Más aún: que se vea forzada a decir no. Pero que Io diga el corazón es para Unamuno algo que excede Ia peor de las monstruosidades morales. Si esto dice Ia letra, en Ia entrelinea podemos leer Ia inmensa preocupación de aquella alma por el gran tema de Dios. Unamuno, quien indudablemente pasó por una época de plena incredulidad al perder con los aires universitarios del Madrid de fin de siglo las creencias ancestrales, sufre una profunda crisis religiosa en marzo de 1897. La interpretación de Ia misma ha sido objeto de especiales estudios. También, por nuestra parte, hicimos sobre ella una reflexión a base del Diario Intimo, cuando aún era manuscrito familiar. Con Armando Zubizarreta, quien logró el feliz hallazgo del manuscrito, hoy ya publicado, concordábamos en que el principal efecto de Ia crisis fue Ia inserción definitiva de Unamuno en el Cristianismo, como plenitud de su vivencia religiosaa. Este Cristianismo será más o menos ortodoxo, no siempre correcto en sus expresiones. A veces frisará claramente Ia heterodoxia. Pero en todo caso hay que afirmar que el canal de Ia cultura espiritual de Unamuno tiene uno de sus hontanares más puros en Ia realidad infinita y transcendente, a quien llama con frecuencia «Conciencia del Universo» —expresión no muy feliz— y a quien los más llamamos Dios. Este tema ha sido para Unamuno una de sus más hondas preocupaciones. No definimos que sea Ia primera o Ia segunda. Pero sí íntima1 DeI sentimiento trágico de io vida en los hombres y en íos pueblos, IX. Obras Completas, VII, p. 218 (Editorial Escelicer, Madrid 1968). (Todas las citas de Unamuno las haremos según esta edición). 2 E. Rivera de Ventosa, 'La crisis religiosa de Unamuno en su retiro de Alcalá', en Cuadernos de Ia Cátedra de M. de Unamuno, XVI-XVII (1966-87) 107-33; A. Zubizarreta, Unamuno en su (Madrid 1960) p. 276.
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