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Vivimos en una época en la que el interés por la inteligencia emocional no deja de crecer y, recientemente, lo mismo sucede con la Psicología Positiva. Esta disciplina surge en 1998 de la mano de Seligman y ha ido cobrando cada vez más importancia
hasta el punto de crear programas de intervención en el ámbito de la educación desde las primeras edades. A pesar de esta evolución, es necesario, no solo seguir creando más programas de esta índole, sino que debemos ponerlos en marcha. Por ello, se plantea un programa de intervención que abarca tanto la Psicología Positiva como la Inteligencia Emocional con el objetivo de valorar la relevancia de estas corrientes y aprender a integrarlas en su vida diaria.
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