|
CRISTO EN EL ITINERARIO ESPIRITUAL DE SAN AGUSTIN
INTRODUCCIÓN
Si no se llega a conocer el contenido de una idea, hasta que no se ha conocido su historia, no conocemos el cristianismo hasta que no hemos descubierto cómo ha fecundado a los hombres y qué capacidad ha mostrado para encontrarse con las grandes creaciones intelectuales, los proyectos espirituales y las instituciones sociales. Las ideas muestran su fecundidad en Ia medida en que suscitan hombres que, identificados con ellas, cambian su vida, crean un horizonte nuevo de sentido y esperanza, trasforman Ia realidad en su derredor. Pero a su vez los hombres muestran su capacidad en Ia medida en que, desde una idea interiorizada, son capaces de pensar Ia realidad de forma nueva y suscitan nuevas ideas que, luego, se constituyen en fermento y potencia de acción. Esa relación de fecundación recíproca entre idea y persona quizá no haya sido tan profunda en ningún otro caso histórico como entre San Agustín y el cristianismo. Quizá nadie como él ha interiorizado en experiencia, pensado en concepto y expresado en palabra Ia realidad cristiana. Vida, reflexión y expresión han sido inseparables en su destino y Ia capacidad de fascinación, que ha ido desplegando a Io largo de los siglos, deriva de esa unidad de vida, determinada por Ia búsqueda de Ia verdad, por el servicio a Ia verdad, por Ia expresión teórica y práctica de Ia verdad. Pero esto fue posible porque previamente Agustín se había dejado configurar por el cristianismo, en un lento proceso que, comen-
|