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EL DOMINGO, DIA DEL SEÑOR
por CASIANO FLORISTAN
En Ia Constitución sobre Ia Sagrada LiturgH que nos ha ofrecido, como extraordinaria primicia, el Vaticano II, se habla también, como es lógico, del domnigo. El n. 106 explica el signiflcado del Dia del Señor. Podemos afirmar, con verdadera satisfacción, que no han sido olvidados ninguno de los elementos esenciales que constituyen Ia entraña del domingo cristiano. Veamos el texto conciliar:
«La Iglesia, por una tradición apostólica que trae su origen del mismo día de Ia Resurrección de Cristo, celebra el Misterio pascual cada ocho días, en el día que es Uamado con razón "día del Señor" o domingo. En este día, los fieles deben reunirse a fln de que, escuchando Ia palabra de Dios y participando de Ia Eucaristía, recuerden Ia Pasión, te Resurrección y Ia gloria del Señor Jesús, y den gracias a Dios que los "hizo renacer a Ia viva esperanza por Ia Resurrección de Jesucristo de entre los muertos" (I Ped. 1, 3). Por esto, el domingo es te fiesta primordial, que debe presentarse e inculcarse a Ia piedad de los fieles, de modo que sea también día de alegría y de liberación del trabajo. No se Ie antepongan otras solemnidades, a no ser que sean, de veras, de suma importancia, puesto que el domingo es el fundamento y el núcleo de todo el año litúrgico» (núra 106).
Con objeto de proceder con orden en el estudio de este tema, vamos a examinar el desarrollo que el domingo ha tenido en Ia historia de salvación.
I.—EL SABADO JUDIO 1. LA SEMANA.
La división septenaria cristiana tiene su antecedente en Ia semana judía que acababa con el sábado, día séptimo y día de descanso. A su vez el sábado Judío hunde sus raíces en las religiones y culturas premosaicas.
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