|
REDC48(1991)601-606
LA NORMATIVA CANÓNICA Y EL USO DE LA BICICLETA
A PROPÓSITO DE LA RESOLUCIÓN DE LA CONGREGACIÓN DEL CONCILIO DE 15 DE DICIEMBRE DE 1894
Los medios de información, y especialmente los audiovisuales, han contribuido notoriamente a Ia amplia divulgación del deporte del pedal, en una época caracterizada por Ia alta velocidad de los medios de transporte, y a cuya característica tampoco se ha escapado Ia actividad del ciclista profesional, de manera que el instrumento de Ia bicicleta ha sido objeto de importantes modificaciones y adaptaciones en aras de ese objetivo. Las beUísimas imágenes transmitidas por las televisiones del mundo, al cubrir Ia ruta prevista en cualquier carrera ciclista de relieve internacional, ponen de manifiesto las características más destacadas de este sufrido deporte, máxime cuando tiene como protagonistas los principales ases de Ia especialidad. Nacida Ia bicicleta como deporte de recreo en el siglo pasado, nuestras hemerotecas guardan curiosos testimonios de los primeros espectáculos organizados con el objeto de dar a conocer o promocionar el uso de este medio de locomoción, ante Ia sorpresa de Ia generalidad del vecindario, como ocurrió en Vetusta a finales del siglo pasado en un solar próximo a Ia Universidad. El amor por el ejercicio físico o de recreo, subidos en el vehículo de dos ruedas, cuyo motor es el desgaste de energías del cuerpo humano moviendo las piernas, Io hemos aprendido, en las generaciones actuales, del testimonio gráfico y del ejemplo de personas que mantuvieron esa actividad a pesar de su longevidad, Ia que contrastaba con el vigor físico sin huella de decrepitud. Un jesuita español, misionero en China, país de alta tradición en este medio de transporte, al ser Hberado de Ia prisión en Sanghai, mantuvo su actividad pastoral en las provincias de Salamanca y Zamora, simultáneamente con «el recreo» que representaba hacer un buen número de kilómetros en Ia bicicleta «de paseo», y conservó este ejercicio, diariamente, hasta fecha reciente. Este ejemplo podría multiplicarse con otros protagonistas y con otros objetivos; baste recordar las imágenes de nuestros carteros rurales por todos conocidas, elogiadas, y —a veces— lamentadas. A pesar de los inconvenientes que presentan Ia inclemencia del tiempo y el mayor retardo en el recorrido, respecto de otros medios de transporte, Ia medicina y los medios de comunicación han permitido sentar las bases para el auge de este deporte sin que pueda afirmarse que su importancia se reduce al grupo de ciclistas
|