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CICERON TRADUCTOR
La personalidad de Cicerón es una de las más ricas y fecundas de su época y, también, Ia que más proyección ha tenido a través de los siglos. Los tratadistas dividen Ia época clásica de Ia Literatura latina en dos períodos: el propio de Cicerón y el que sigue a Cicerón. Cicerón, pues, en el centro, dando nombre, luz y contenido a un siglo en el que brillaron también otros astros de primera magnitud. Cicerón se ganó este caudillaje literario por méritos innegables, recogidos a Io largo de una vida toda plenitud y laboriosidad. Su producción, teniendo en cuenta su dedicación a Ia política y sus continuos achaques, como el mal de ojos \ fué asombrosa para su tiempo y Io es también para el nuestro. Asombrosa por Ia cantidad y por Ia variedad, pues ensaya con profusión casi todos los géneros literarios. Solamente los géneros dramático e histórico permanecieron ajenos a su pluma. De haber vivido más tiempo, sin duda que habría intentado arrebatar también Ia palma a los grandes historiadores latinos y aún a los griegos. Si sabemos, por sus obras, que Ie gustaba hacer incursiones por el campo de Ia historia patria y que Io hacía con gran maestría, como Io prueba, entre otros, su tratado «De Republica>y. Michel Rambaud, nos ha dado una curiosa monografía sobre «Cicéron et Fhistoire romaine» (París, Les Belles Lettres, 1953). Pero dejando a un lado todas las otras actividades de Cicerón, que son múltiples y hasta de mayor relieve, vamos a fijarnos sólo en su condición de traductor.
Cf. R. OLAECHEA, Humanismo y humanidad de M. Tulio Cicerón, en «Humanidades», 10 (1958), pp. 28-31. «Helmántica», 30 (1958K
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