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HISTORIA Y LIBERTAD EN ROUSSEAU
Hace muchos años —más o menos los que cuenta el presente siglo— que Ia visja acusación romántica contra el siglo xviii por Ia total impermeabilidad de éste a Ia conciencia histórica se ha mostrado como un mito creado por una retórica polémica muy alejada de Ia realidad. En este punto, como en tantos otros, el romanticismo se mueve con un bagaje muy similar al del movimiento que Ie precede invirtiendo el sistema de valoraciones internas; si Ia concepción ilustrada de Ia historia tiene límites indudables, tampoco Ia romántica carece de ellos. Una de las razones que explican esto reside en Ia indentificación superficial del siglo xviii con una idea estrecha y encorsetada de «ilustración» que, teniendo su origen en intereses personales de determinados investigadores, no ha podido resistir el envite de una crítica histórica medianamente rigurosa. La propia idea, tantas veces aducida como creación desde Ia nada, del dinamismo de las realidades vivas regido por su morfogénesis interna, no resulta tan nueva. La investigación actual se ve forzada a enfrentarse de modo ineludible con Ia peculiar conciencia histórica del siglo xviii; obras decisivas en el desarrollo2 del historicismo1 y estudios clásicos de investigadores de otra ideología han ido poniendo los cimientos de una nueva visión en Ia que aquella imagen esquemática, queda desbordada. No obstante, el saldo final aparece singularmente confuso. Si bien no parece sostenible el viejo mito romántico, movido y propagado quizá por intereses extraintelectuales (piénsese en Ia peculiar personalidad de un Herder), nadie afirmaría tampoco que el siglo xvin es una época de conciencia histórica triunfante y su revalorización camina más bien en Ia línea de encontrar allí gérmenes en estado inconexo y disperso que sólo más tarde fructificarán sin trabas; por ello, el racionalismo doctrinario de los autores más representativos del siglo torpedea el desarrollo de esos gérmenes en el sentido de una «mitohistoria» de Ia razón y ello prohibe atribuir a sus autores una conciencia histórica maaura. Este juicio, tantas veces repetido ya, tiene sin duda sus fun1 Aquí Ia pionera es Ia investigación de Dithey 'El mundo histórico y el siglo xvin', que data originariamente de 1901, y esta recogida en el vol. VII de sus Obras ba)o el título general El mundo histórico. Trad. E. Imaz, 2 ed. (FCE, México 1978) 345-406. En su estilo sigue insuperada Ia gran obra de F. Meinecke, El historicismo y su génesis. Trad. J. Mingarro y T. Muñoz (FCE, México 1943). 2 Ante todo, el caso del neokantiano E. Cassirer, Filosofía de Ia Ilustración. Trad. E. Imaz, 3 ed. (FCE, México 1972) pp. 222^0.
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