|
EL CONCILIO COMO TAREA DOGMATICA. EL NUEVO CONCEPTO GENERAL DE LA FE
«A decir verdad, soy partidario de rehuir todo concilio de obispos, ya que todavía no he visto ninguno que acabara bien». Estas palabras de un doctor de Ia Iglesia del siglo iv fueron citadas por Lutero, recogidas, últimamente, por el cardenal Ratzinger y, hace poco, utilizadas por un periódico semanal alemán para iniciar su resumen retrospectivo del Vaticano Segundo *. Y de hecho, coinciden con los sentimientos de muchos cristianos; 20 años después de finalizar dicho Concilio muchos están desconcertados. No Io han hecho suyo e incluso Io rechazan. TaI desarrollo nos sorprende, puesto que, a Io largo de Ia historia ningún otro concilio alcanzó un eco comparable. Ningún concilio anterior a éste gozó de aceptación semejante, tanto entre creyentes como entre no creyentes; pues fue un concilio destinado a Ia introspección. Reflexionó sobre Ia misión de Ia Iglesia y sobre el destino del hombre. ¿Quién es Ia Iglesia? ¿De dónde viene? ¿A dónde se dirige? ¿Qué cometidos ha de cumplir? ¿Cuál es su programa? Estos interrogantes, sin embargo, que contienen una meditación acerca de uno mismo, son exigentes y poco habituales. Constituyen un desafío personal. Son Ia vida en si, como problema existencial. Por ende, el tratamiento del Concilio es una tarea global. Esta se plantea en Ia vida y en Ia doctrina y constituye un problema de Ia pastoral y de Ia dogmática. Quisiera examinar otro problema. En el Concilio Ia pastoral tiene un peso dogmático. Es Ia doctrina de Ia existencia. El gobierno de las almas, en este mundo, tiene carácter global. Es una pastoral de conjunto.
1 Estas palabras son de Gregorio de Nacianzo en una carta a Procopio. Lutero las cita en, en 1539, en su escrito De tos concilios y tas igtesias, y Ratzinger, con Ia correspondiente indicación de las fuentes, en su Theologische Prinzipienlehre (Munich 1982) 384. Cf. H. J. Stehle, 'Krise, Katholisch: Bangemut nach dem Aufbruch', en: Die Zeit46 (1985) 41 ss.
|