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EL LATIN PATRISTICO Y LA CIENCIA FILOSÓFICA DE SU TIEMPO *
|. CAMPOS
El pensamiento cristiano, que en sus orígenes se expresó en griego, pasó a Occidente, a Roma y África, también en lengua griega. Ciertas instituciones y elementos sagrados primarios del Cristianismo se transmitieron con sus nombres originarios griegos, que quedaron invariables y connaturalizados para siempre en toda cultura cristiana. Pero cuando se trata de expresar en todo su valor Ia raíz y germen de un nuevo modo de pensar y de sentir, y por tanto, de vivir, entonces no satisfacen las formas exóticas, los préstamos de inmigración, que no han nacido con las vivencias originadas por Ia transformación doctrinal y vital del Credo cristiano. Y en esto se echa de ver Ia compenetración tan íntima, como de unión casi substancial, que hay entre espíritu y lengua, entre significado y significante. De ahí que Ia lengua de Occidente, el latín del siglo n, por efecto de Ia novedad de muchas ideas religiosas de Ia revelación precristiana y cristiana, tuvo que crear en Ia lengua de los cristianos vocablos y sentidos, que no circulaban en el lenguaje común. Las versiones latinas de Ia Biblia, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, son los primeros testimonios de ellos. Pero aún hay que añadir otro factor muy influyente y determinante en esta creación lingüística. Desde el siglo ni, sobre todo, Ia necesidad de Ia exégesis y comentarios bíblicos, y Ia reflexión filosófico-teológica para interpretar y explicar los datos y enseñanzas de Ia revelación, impuso una
* Este trabajo se presentó como Comunicación en Ia X Semana Española de Filosofía, celebrada en Madrid del 13 al 17 abril 1971.
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