|
CRONICA
EL PROBLEMA DE DIOS EN EL II CONGRESO NACíONAL ORGANIZADO POR LA ASOCIACIÓN TEOLOGICA ITALIANA
La Asociación Teológica Italiana organizó un II Congreso Teológico Nacional (el primero se había celebrado en Nápoles), celebrado esta vez en Firenze, durante los días 2-5 de enero del año en curso. Las ponencias y las disertaciones versaron en torno al tema general: La trattazione teologica di Dio oggi. Más de 250 teólogos, reunidos de todas las partes de Italia y representantes de los más prestigiosos centros de estudios de Ia nación (Nápoles, Milán, Genova, Turín, Bolonia, Roma, Como, Perugia, Padua, etc.), en su mayor parte profesores de teología y de filosofía, colaboraron con fe, entusiasmo y con una abnegada dedicación, en dar una orientación recta y precisa a los diversos problemas que el mundo actual plantea al pensamiento y criterio teológicos en torno al objeto primario y fundamental de Ia fe: Dios. Y esto tanto en el terreno doctrinal, como en el metodológico. Es justo confesar que el temario ofrecía interés, dadas las circunstancias ambientales. Y —¿ por qué no decirlo?— suscitó también legítima curiosidad teológica. Estamos viviendo una fase de revisión de problemas —se habla inconsideradamente hasta de Ia revisión del concepto de Dios en el catolicismo—, abierta a nuevos planteamientos y a perspectivas desconocidas. La incertidumbre ante el futuro y Ia inseguridad del éxito de estas tentativas, sólo posible y no muy apuntalado, ha creado un clima en el que todos nos sentimos llamados, y aún urgidos, a decir alguna palabra, con el deseo de asegurar el buen suceso de los trabajos. Esta actitud cobra fuerza e intensidad, cuando el problema sometido a reflexión es Dios. Este término, y más Io que él expresa, constituye el fondo de toda idea y el soporte de cualquiera actitud recta deI hombre; es Ia clave de toda interpretación exacta del mundo, del hombre y de las cosas, tanto en el orden natural como en el sobrenatural. Es el objeto primero de todo conocimiento. Si falla, o se quiebra, o se tuerce, cae por su base todo sistema teórico y especulativo. Dios como realidad objetiva es inmutable en sí mismo. Y es una realidad que viene siempre ajustada a los cuatro lados de las cosas, cuando éstas conservan su sitio y no rebasan, ni en más ni en menos, los límites de sus dimensiones. Pero un amplio sector de Ia humanidad vive de espaldas a esta realidad primaria, o Ia repele positivamente. Se han desajustado los términos de Ia relación y se hace urgente descubrir de nuevo el camino, para introducir esa realidad nuevamente en el espíritu del hombre, en sus sentimientos y en su mismo quehacer cuotidiano.
|