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IGLBSIA Y SOCIEDAD
CRONICA RAPIDA DB UNOS ENCUENTROS ECUMÉNICOS BN GINBBRA
LAMBERTO DE ECHEVERRÍA
Ya en otro lugar1 hemos tenido ocasión de subrayar Ia profunda transformación que ha sufrido el papel de Ginebra. La que antaño fue una ciudad-fortaleza, cerrada sobre sí misma, hostil a cuanto no fuera el calvinismo más rígido, enquistada en un confesionalismo exigente... se ha transformado en una encrucijada de caminos, y no sólo turísticos, culturales o políticos, sino también religiosos. El Movimiento ecuménico, al encarnarse en el Consejo ecuménico de las Iglesias, Ia eligió por sede. Y aunque para sus grandes conferencias elija otras ciudades, algunas tan alejadas como Nueva DeUu, Ia actividad habitual, Ia oscura, Ia eficaz, Ia que prepara esas grandes reuniones, tiene lugar en Ginebra. No hace todavía muchos meses que se inauguró ki nueva sede. Un edificio funcional, situado en medio del campo, rodeado de un paisaje apacible y en el que, con exquisito gusto, se ha respetado Ia suave ondulación del terreno, dándole esa gracia que tantas veces falta en las modernas construcciones. Sin que pueda decirse que Ginebra es una ciudad trepidante, aunque como en todas partes Ia ciudad vaya haciéndose cada vez más densa, existe, sin embargo, un claro contraste entre el centro de Ia ciudad y esos aledaños de Ia carretera que lleva a Ferney donde se ha instalado el Consejo. Hasta Ia misma distribución interna del edificio respira poesía, pues a cada una de las alas Ie han dado el nombre de accidentes geográficos, con Io que parece uno moverse más al aire libre que en un edificio destinado en gran parte a oficinas.
1 Ginebra de bastión a encrucijatfa. setiembre de 1966), pág. 11.
"Vida Nueva" 539 (10 de
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