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LA CUESTIÓN DE LA TRANSCENDENTALIDAD (Y SUS TRANSFORMACIONES)
1.
REFLEXIONES EN EL BICENTENARIO DE LA MUERTE DE KANT
Quiero comenzar recordando el aprecio que Ortega y Gasset tenía por el pensamiento kantiano, citando precisamente algunas de sus reflexiones, con ocasión del Bicentenario del nacimiento de Kant, sobre lo que consideraba que era su “casa” y su “prisión”, “la magnífica prisión kantiana”. “Durante diez años he vivido dentro del pensamiento kantiano: lo he respirado como una atmósfera y ha sido a la vez mi casa y mi prisión. Yo dudo mucho que quien no haya hecho cosa parecida pueda ver con claridad el sentido de nuestro tiempo. En la obra de Kant están contenidos los secretos decisivos de la época moderna, sus virtudes y sus limitaciones”. “Con gran esfuerzo me he evadido de la prisión kantiana y he escapado a su influjo atmosférico” (…). “De la magnífica prisión kantiana sólo es posible evadirse ingiriéndola. Es preciso ser kantiano hasta el fondo de sí mismo, y luego, por digestión, renacer a un nuevo espíritu”. “La filosofía de Kant es una de esas adquisiciones eternas (…) que es preciso conservar para poder ser otra cosa más allá”1. Ortega era, pues, muy consciente de la pervivencia y persistencia de Kant, incluso en tiempos de positivismo, es decir, de “no-filosofía”, el tiempo en que surgieron los restauradores de Kant, los neokantianos. Ahora bien, Ortega prefería a un “Kant sin neokantianos”, “sin limitación positivista”, porque “lo que Kant formalmente pensó no es ya para nosotros tema vivo. Ni lo es su criticis-
1 José Ortega y Gasset, “Reflexiones del centenario” [1924, Bicentenario del nacimiento de Kant], Obras Completas, Revista de Occidente, Madrid, IV, pp. 25 y 26.
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