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CONGRESOS Y JORNADAS Salmanticensis 65 (2018) 511-513
XXIX Semana de Teología pastoral (Instituto Superior de Pastoral, Madrid, 23-25 de Enero de 2018)
Durante los días comprendidos entre el 23 y 25 de enero de 2018 se celebró en el Instituto Superior de Pastoral (ISP) de la Universidad Pontificia de Salamanca en Madrid la XXIX Semana de Teología Pastoral. Esta vez, el tema de las Jornadas llevaba como título Conversión personal, conversión pastoral. Vivir en cristiano en tiempos de incertidumbre. En estas Jornadas participaron aproximadamente 285 personas de las distintas diócesis de España, alumnos y antiguos alumnos del ISP.
El objetivo de esta XXIX Semana de Teología Pastoral ha sido tomar conciencia de la raíz del escaso éxito de los muchos proyectos de evangelización, ensayados a lo largo de los últimos años. Por eso, era necesario afrontar el tema de la conversión personal como paso primero y momento decisivo para la renovación del ser cristiano y de la acción pastoral que venimos buscando.
El profesor emérito del ISP, Juan Martín Velasco, abrió la Semana con el tema “Urgidos” a la conversión personal. ¿En qué consiste esta conversión? Ante todo, hay que ser consciente que no hay una conversión idéntica en todos los casos, ni menos, una experiencia única de conversión. En realidad, hay tantas conversiones como conversos. Además, incluso cada persona pasa por sucesivas conversiones, de acuerdo con las diversas situaciones de su vida.
La conversión produce un verdadero descentramiento del ser humano, “una expropiación de sí mismo” (Hans Urs von Balthasar). Esta fue la experiencia de conversión que describe santa Teresa de Ávila: “Estaba ya muy desconfiada de mi y ponía mi confianza en Dios”.
El descentramiento que supone el ser creyente resulta al mismo tiempo el encuentro con quien es nuestro firme fundamento. De forma que lo que aparentemente constituía el mayor riesgo para el ser humano se convierte en el hallazgo de nuestro fundamento verdadero, que no está en la realidad humana, ni en los otros hombres, ni en nosotros mismos, sino solo en Dios. Como había anunciado ya el profeta Isaías: “Si no ponéis en Dios vuestra confianza no encontraréis lugar seguro”.
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