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Hablar de las bienaventuranzas el día de hoy puede resultar un poco inusual para muchos, porque quizá es un asunto que llame poco la atención, en esta época en que está de moda lo espectacular y lo viral. Sin embargo, el cristiano no puede dejar de adentrarse en el texto de las bienaventuranzas de Mateo, por dos razones. La primera, para conocer un texto que ha llamado mucho la atención de los estudios bíblicos y los exégetas en los últimos años. La segunda, porque se le considera como ‘síntesis del evangelio’, desde la cual deja notar aspectos centrales de Jesús y de su praxis. Quizá el hombre contemporáneo sea el menos interesado en hablar hoy de las bienaventuranzas, pues, ¿qué puede tener de interesante decir que los pobres, los mansos, los afligidos, los sedientos de justicia, los misericordiosos, los que buscan la paz, los perseguidos, son los más dichosos? ¿Por qué hay que declararlos dichosos? Decirlo de una manera rápida parece un contrasentido. Esto, creo que es por el desconocimiento de la profundidad de este texto revelador. Pues lo que no es conocido no es aceptado.
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