|
Polisemia paradójica del prefijo "per"
por J. CAMPOS La estructura de una lengua tan bien conocida como el Latín, aunque no se hable en nuestro tiempo, no siempre puede explicar lógica y satisfactoriamente ciertos hechos lingüísticos, al parecer paradógicos, que se dan en formas gramaticales, estilísticas y sobre todo lexicales y semánticas, cuyo origen escapa a nuestros conocimientos actuales, porque se pierde en Ia lejanía ascendente de las causas histórico-psicológicas, que los produjeron, hasta esfumarse insensiblemente en Ia penumbra de Ia prehistoria de Ia lengua. De ahí que no sea suficiente para este objeto el sincronismo del estructuralismo funciona! de Ia lengua, y tenga que pensarse en Ia diacronia y tradición de Ia ascendencia histórica para aproximarse, o por Io menos, vislumbrar, un estado de lengua muy anterior, que nos esclarezca u oriente el problema. Esta reflexión histórica descubre a veces rasgos y reminiscencias diluidas en los usos y valores plurivalentes que absorben ciertas formas, que hacen sospechar Ia causa o causas de las anomalías observadas. Es tan complejo e inconsciente el espíritu humano, tan mudable en sus intelecciones, decisiones y sensaciones, que no puede menos de «proferir» esas actitudes y variaciones, en sus expresiones lingüísticas. La atracción, Ia semejanza, Ia limitación, Ia asociación por afinidad, por contraste, por recuerdo repulsivo, son factores que pueden explicar muchos hechos anómalos de lengua. ¿Por qué, por ejemplo, en peracuíus, el prefijo per- añade una intensidad o perfeccionamiento de Ia cualidad, y en perfidus es negación de Ia fidelidad? ¿No es una paradoja tal valor significante? Claro que no sólo es per- donde aparece esta paradoja. También Ia encontramos en ue-: ue-pallidus, «muy pálido»
|