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SVNT L A C R I M A E R E R V M
(Eneida, I, 462.)
Controversia sobre este hemistiquio virgiliano
Unos navegantes han arribado, con sus naves maltrechas, al puerto de Cartago. Se acababan de salvar de un naufragio inminente. Proceden de Troya, Ia opulenta ciudad asiática, recién tomada e incendiada por los Aqueos, Su caudillo Eneas recibió de ios dioses, en Ia última noche de Troya, el encargo de huir sin demora con los compañeros que pudiese allegar; porque por medio de él se había de dar principio al cumplimiento de un designio decretado por los hados. Desviado por una deshecha tempestad en su derrotero desde Sicilia hacia Italia, se ha visto obligado a refugiarse en el litoral africano. Y ¿en qué sitio? Allí donde una reina, también fugitiva, Ia fenicia Dido, dirige en persona las obras de edificación de Cartago. Mientras Eneas, envuelto en una misteriosa nube que Io hacía invisible, espera con su inseparable amigo Acates Ia llegada de Ia reina, queda de pronto sorprendido al ver pintadas en los muros del templo no concluido Ias escenas más luctuosas del asedio y de Ia ruina de Troya. Allí aparece el infortunado rey Príamo; por aílí huyen los Aqueos, perseguidos por Héctor; por allá, los Troyanos, espantados a Ia solavista de Aquiles, matador de hombres... Una observación. No Ie pidamos a Virgitio que evite con escrupuloso cuidado los anacronismos. ¿Siete años después de Ia conquista de Troya, se está edificando Cartago? ¿Y pinturas murales, artísticamente trabajadas por unos desterrados, entre el ajetreo de una ciudad en construcción? Al poeta no Ie distraigamos de Io suyo, de sus visiones poéticas. ¿No vistieron de flamencos a los sayones de Ia Pasión el Ticiano y Rubens, en sus lienzos inmortales?...
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