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Un pasaje de Estrabón sobre el peán cántabro, el lamoso canto de LeIo y un detalle de métrica de Mío Gd
En Estrabón encuentran el arqueólogo y etnógrafo, el estudioso de nuestras antigüedades, un arsenal de datos relativos a puntos vanados de Ia civilización tanto material como espiritual, de las etnias que hace 2.000 años poblaban el suelo de Ia Iberia. Pero el grupo cántabro resulta, sin duda, el más favorecido en esta mies de referencias históricas o legendarias debidas a los autores greco-latinos, por razones de su conquista feroz y última de las peninsulares. Sin embargo, los cántabros, según el mismo Estrabón, pertenecen a un círculo cultural más amplio —llamémoslo «atlántico», y que abarcaba todas las poblaciones montañesas del Norte, desde Galicia hasta Vasconia. Caro Baroja ha desbrozado metódicamente el campo de su investigación, si no resuelto, en todos los aspectos, Io complejo de su constitución. Sobre las costumbres cántabras, en particular, el geógrafo- historiador emite juicios de valor, en confrontación con Ia que para él constituía Ia civilización ideal, Ia griega en una palabra. Así distingue p, e. el fanatismo bárbaro de morir cantando en el suplicio, y otras prácticas, aunque menos puiidas, pero no totalmente bárbaras como Ia ginocracia... Sobre el punto que interesa al presente artículo leemos en Es» trabón: «Se cuenta también en los cántabros este rasgo de loco heroísrno: que habiendo sido crucificados ciertos prisioneros, murieron entonando himnos de victoria» (o «peán, -aiav*). No es exc!usivo naturalmente de los cántabros este heroísmo, ni
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